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Las semanas transcurren en la cabaña de Eddie y Florence. El aroma a madera y naturaleza impregna la habitación, los dos beben café mientras observan las paredes color verde, con patrones dorados pintados en algunas partes, en esta misma habitación está el piano. Eddie se ha estado sumergiendo cada día más en su música, perfeccionando cada nota, cada letra, y dejando que la inspiración fluya desde lo más profundo de sí, probablemente sean las canciones más sinceras escritas jamás en su vida.
Las estaciones cambian, y con cada día que pasa, Eddie intenta pasar sus miedos y dudas. Florence, siempre a su lado, le ofrece apoyo, a su lado, comprendiéndolo en todo, comprendiendo la importancia de este proceso para él. Los días se vuelven un ritmo tranquilo, donde nada parece cambiar verdaderamente.
Es de noche, y el sonido de unos pasos interrumpió la tranquilidad de la cabaña mientras Eddie se levantaba abruptamente al escuchar aquel sonido inesperado. Sus ojos se encontraron con los de Florence.
—¿Quién podría ser a estas horas?— pregunta. Sin esperar una respuesta, Eddie se dirige rápidamente hacia la puerta, que se abre, de manera casi inmediata. Gareth, inesperadamente, está de pie en el umbral, con una sonrisa, aunque una mirada algo extraña, no sabe con qué versión de Eddie podría encontrarse.
— Hola, Eddie. ¿Me dejas entrar?
— ¿Qué diablos estás haciendo aquí, Gareth?
—Solo vine a verte, no quiero interrumpir...la verdad es que, el tiempo pasa y..
—Esto no era parte del plan, Gareth. Nadie debería saber dónde estamos— frunce el ceño.
— Bueno, lo sé...por eso no sabía si venir es un buena idea.
—Este era mi lugar para escapar de todo, Gareth. ¿Por qué no puedes simplemente dejarme en paz?— Eddie lo dice visiblemente molesto.
—Oh, Eddie, no quiero que te sientas incómodo, sólo quería saber cómo te va, si es que estamos bien, somos amigos... pero si estás tan molesto...
— No, Gareth, no somos amigos. Y esto no te incumbe. Deberías largarte— lo dice de manera cortante.
La tranquilidad de la cabaña ahora está rota, Florence se acerca a la entrada, puede escuchar la discusión que parece estar incrementando, conoce a Eddie, sabe que ella lo ha podido mantener bien porque estar aislados, porque han encontrado la paz, pero también sabe de que cualquier cosa que irrumpa aquello sagrado que han construido, entonces podría marcar el inicio del fin de algo tan hermoso.
—Eddie, lo siento. No debería haber aparecido así de repente. Pero hay algo que necesito decirte...— Gareth cambia el tono de su voz. Eddie, todavía con expresión de desconfianza, asiente, instando a Gareth a continuar.
— Extraño nuestras conversaciones, nuestras salidas, reuniones. Nada ha sido lo mismo desde que te fuiste. Aunque todo se fue al infierno, tu presencia marcaba la diferencia...
