24: ebrio

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Es un martes por la noche, Florence ha aceptado la invitación de Ledger a su casa, y en vista de que las cosas en casa son un desastre, fue, aunque claro, ella sabe lo que tiene que hacer

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Es un martes por la noche, Florence ha aceptado la invitación de Ledger a su casa, y en vista de que las cosas en casa son un desastre, fue, aunque claro, ella sabe lo que tiene que hacer.

El cuarto de Ledger está sumido en la oscuridad, iluminado solo por la pantalla brillante de la consola de videojuegos. Florence se sienta en el borde de la cama, nerviosa por lo que está a punto de revelar. Ledger, concentrado en su juego, apenas nota su presencia. Ella observa su espalda, su estómago parece rugir de los nervios.

— ¿Eh, Ledger?— juega con sus manos.

—Sí, ¿qué pasa?— se voltea a verla— Florence respira hondo, tratando de encontrar las palabras adecuadas para hacer la confesión

—Necesito hablar contigo sobre algo importante...— suspira, lo dice vacilante.

—¿Qué pasa? ¿Todo bien?— pausa el juego y centra su vista en ella.

— Verás, algo ocurrió el otro día... Algo que creo que necesito contarte— Ledger levanta la mirada, finalmente prestando atención a Florence. Sus ojos se encuentran, y ella se siente atrapada en la incertidumbre de cómo reaccionará él a su confesión.

La habitación se queda en silencio, mientras Florence lucha por encontrar las palabras adecuadas. Un nudo en su estómago se forma, porque sabe que debe enfrentar lo que está por decir. Sus manos están ligeramente temblorosas.

—Ledger, esto es difícil para mí, pero creo que necesitas saberlo.— Su mirada se desvía por un momento hacia el suelo, como si temiera la reacción que vendrá a continuación. Ledger, sin saber aún la confesión, espera con paciencia, aunque su expresión denota cierta curiosidad.

— Hubo un beso el otro día, un beso que... involucra a Eddie— La habitación queda en silencio por un instante, y Florence siente como si el tiempo se hubiera detenido. El corazón late fuertemente en su pecho, y el miedo a la reacción de Ledger se mezcla con la necesidad de ser honesta. Aunque la verdad puede doler, ella sabe que es el primer paso hacia algo más real.

Ledger baja el control de la consola, con sus ojos buscando los de Florence.

— ¿Eddie?— frunce el ceño. Florence asiente nerviosamente, observando de cerca la reacción de Ledger.

—Sí, pues el otro día... después de todo lo que pasó, hubo un momento... un beso— no sabe cómo decirlo, no quiere ver los ojos de Ledger— Florence siente la presión en el aire mientras espera la respuesta de Ledger.

El chico deja escapar una risa amarga, con su semblante lleno de sarcasmo mientras procesa la revelación de Florence. Sus ojos, antes centrados en la pantalla del juego, se encuentran con los de ella, y la expresión de incredulidad se convierte en una mezcla de desprecio y desdén.

—¿Eddie? ¿Realmente, Florence? De todos los tipos, ¿tenía que ser él?—Florence observa la reacción de Ledger con un nudo en la garganta.

—Ledger, esto no significa que...

lavender haze , Eddie MunsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora