Capitulo 1

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—¿Arquitectura o música?

Mi mejor amiga Alicia me preguntó mientras veía los folletos universitarios.

—Arquitectura —respondí, pasándome las manos por la cara por la frustración. Ali esta en mi casa ayudándome a escoger la carrera perfecta para mí; hacía poco habíamos salido graduadas de la escuela. Ali ya había escogido la suya: Psicología. Ella es buena escuchando a las personas; en cambio, yo solo soy buena para diseñar o tocar la guitarra.

—¿Estás segura, Mic? Tú eres excelente tocando la guitarra. Podrías estudiar música; con la preparación adecuada, podrías ser una estrella musical —Ali se sentó junto a mí, al borde de mi cama.

—No lo sé. Tú eres una excelente guitarrista, cantas hermoso, tienes el talento—agrego dándome ánimos.

—Lo sé, solo quiero estudiar algo seguro, porque si me va mal en la música, no quiero empezar de cero.

—Mic, a veces en la vida hay que arriesgarse. Además, tu música me encanta; ya es hora de que compartas esa voz y el talento que tienes. —Ali me abrazó fuertemente.

Amo tenerla a ella; nos conocimos desde que estábamos en el jardín de niños. La considero una hermana. Alicia Smith es una chica estupenda, amable, divertida, con un estilo único.

—Bueno, tengo hambre. Dejemos de matar nuestras neuronas —dijo Ali, levantándose de mi cama para ir directamente a la cocina. La seguí.

—¿Preparó unos sándwiches?

—Sí, por favor, y con una película no estaría mal —dijo Ali, que se fue a la sala a preparar lo de las películas. Movió el mueble y yo seguía en la cocina.

Ali mide 1.60, es pequeñita, tiene el cabello negro, los ojos cafés y lleva puesta una camisa de tirantes blancos, un short negro y unos tenis blancos. Ella es morenita, es opuesta a mí. Yo soy pelirroja, mido 1.68 m, soy blanquita y mis ojos son verdes claros. Estoy vestida con una camisa negra, un short de mezclilla y descalza.

—Listo, Michell, puedes traer la comida —gritó Ali desde la sala. Había hecho sándwiches de queso, lechuga, tomate y salsa, lo que nunca podía faltar. Llevé una gaseosa de manzana para tomar.

—Se ven buenos, Mic —dijo alegre.Lleve toda la comida en una bandeja. Era tarde aquí en Nueva York; el clima estaba bien para la temporada.

—Eres una cocinera profesional —dijo Ali con sarcasmo.

—Claro, lo que tú digas —respondí, mientras nos acostábamos y encendía la televisión directamente en Netflix.

—¿Una de terror? —preguntó Ali.

—No, gracias. Quiero dormir hoy —aclaré.

—Qué gallina eres, Mic.

—No, pues muy valiente.

—Más valiente que tú, si soy —dijo Ali.
Finalmente decidimos ver la película de la Mujer Maravilla. Duramos como una hora en el sillón. Al finalizar la película, Ali me ayudó a ordenar. Estábamos en la cocina cuando su madre, la señora Charlotte, la llamó para que fuera a casa ya que tenían que salir.

—Lo siento, Mic, tengo que irme. Hablamos mañana.

—Claro, no te preocupes.

—Saluda a Camila de mi parte.

—Claro —contesté.

Le cerré la puerta a Ali y luego me dirigí a mi habitación para irme a bañar. Mi habitación es amplia, mi cama es grande, mis sábanas son blancas, y las paredes están llenas de pósters de Morat, Imagine Dragons, Coldplay, unas excelentes bandas. En la esquina estaba mi guitarra; la toco desde los 7 años y he compuesto algunas canciones, pero el miedo siempre me ha ganado.

Al salir de la ducha, me vestí con mi pijama y me recosté en mi cama, jugando con mi collar en forma de dragón. Mi madre adoptiva, Camila, me dijo que lo llevaba puesto cuando me encontró en su puerta hace dieciocho años.

Mis padres biológicos me dejaron, me abandonaron, y no sé de dónde vengo, pero sí sé que lo que soy es gracias a Camila. Sin ella, no sé qué sería de mí.

Camila es enfermera en el hospital, tiene 44 años, es bajita,morena, tiene ojos negros y es una buena persona. Me ha apoyado en todo.

Tocaron la puerta, así que bajé corriendo las escaleras. Era Camila, vestida con su uniforme de enfermera.

—Hola, Michell —me saludó con un beso en la mejilla.

—Hola, mamá.

—¿Cómo te fue hoy? —preguntó, sirviéndose un vaso de jugo.

—Pues, hubo menos gente hoy, gracias a Dios. ¿Y tú?

—Lo de siempre. Ali vino hoy y te envió saludos.

—Escogieron las carreras. Los papeles de inscripción hay que llevarlos mañana.

—Ali escogió Psicología y yo sigo indecisa —aclaré.

—Michell, mañana es el día de la inscripción.

—Lo sé.

—Michell, tú eres una chica talentosa. En mi opinión, la música sería una buena opción.

—Lo sé, solo quiero algo seguro, como la arquitectura.

—Michell, estudia algo que te haga feliz, no lo hagas por el dinero.

—Tienes razón.

—Bueno, Michell, estoy cansada. Voy a irme a dormir. Que descanses.

—¿No vas a comer algo?

—No, tengo hambre. Descansa, cariño.

—Descansa, mamá —dije. Mi mamá subió a su habitación. Yo hice lo mismo. Me acosté mirando el techo, jugando con mi collar, hasta quedarme profundamente dormida.

La Profecía De DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora