Capitulo 36

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Narración de Kai

No puedo protegerla.

Cada vez que cierro los ojos, veo   su cuerpo lleno de sangre y el peso de mi fracaso me ahoga. Soy el peor protector. La culpa me consume y cada instante sin ella es un tormento que me arrastra hacia la desesperación. Siento como si estuviera en una pesadilla interminable, incapaz de despertarme.

La directora ordenó reunir a todos los dragones para planear un rescate, pero estamos atrapados y salir sería un suicidio. No hay rastros de Dion ni de las sombras.

Estoy en el comedor con mis amigos, pero no estoy realmente presente. Ellos me hacen preguntas, pero mi mente está en otro lugar, perdida en el dolor y el miedo. Camino de un lado a otro, incapaz de quedarme quieto, con el pecho apretado por la angustia. No puedo dejar de pensar en Michell, en cómo Dion se la llevó y cómo fallé en protegerla.

—Kai, tienes que calmarte —dice Eduard, su voz es un intento de firmeza, pero el pánico en sus ojos refleja mi propio tormento. Estamos reunidos en la mesa, pero yo no puedo encontrar consuelo.

—¿Cómo quieres que me calme si Michell no está a mi lado? —mi voz tiembla, cargada de desesperación. El dolor en mi pecho es tan intenso que me cuesta respirar.

—Kai, tienes que respirar —intenta Roci, tratando de crear un ambiente de calma pero no puedo.

—Es que sin ella, no sé si pueda respirar —confieso, mi voz quebrándose con la desesperación que siento. Cada pensamiento está de la imagen de Michell en peligro, y el miedo se convierte en un peso insoportable.

—Michell es fuerte, Kai —dice Roci con un intento de consuelo.

—Lo sé. Solo que me siento un inútil. —Mi voz se rompe, cargada de la culpa y la impotencia que siento. No puedo soportar la idea de que ella esté sufriendo.

El dolor es agudo y constante, como una herida abierta que no deja de sangrar. La imagen de su sangre en el suelo me atormenta, y la sensación de haber fallado me está volviendo loco. La angustia se apodera de mí, y me pregunto si algún día podré perdonarme por no haber estado allí para protegerla.

Narración de Michell

Tengo que salir de aquí. Haré lo que sea necesario para evitar que Dion destruya este mundo y para salvar a Kai. Trato de soltar las cadenas, pero es imposible. La flecha en mi estómago me duele enormemente, he perdido mucha sangre, pero no me rendiré. Aunque el dolor me hace casi imposible levantarme, no me voy a rendir.

Mis ojos se estaban cerrando, y en el momento en que los abrí de nuevo, me di cuenta de que ya no estaba encerrada. Me encontraba en una pradera, vestida con un delicado vestido blanco. A lo lejos, vi a una mujer de cabello rojo acercándose a mí. Su presencia era reconfortante, y en ese instante supe que era mi madre biológica. La oleada de preguntas en mi mente era abrumadora, pero su gesto de ternura me detuvo.

Ella colocó su mano en mi mejilla, sus ojos estaban llenos de lágrimas.—Lena, hija —dijo con voz temblorosa.Mi primer impulso fue abrazarla, y ella me recibió con los brazos abiertos, como si hubiera esperado este momento toda su vida.

—¿Mamá? —pregunté, mi voz entrecortada por el llanto.

—Sí, mi fuego, soy yo. Te amo muchísimo. Lamento no haber podido estar allí para ti —dijo, tomando mis manos en las suyas. Sentí una mezcla de alegría y tristeza al finalmente conocerla.

—Mamá, ¿ya estoy muerta?

—No, hija. Estás aquí porque has establecido una conexión conmigo. ¿Debo llamarte Lena o Michell? —su sonrisa se parecía a la mía, una mezcla de ternura y comprensión.

—Lena está bien, mamá.

—Hija, tienes que saber cuánto lo lamento.

—Lo sé, mamá. Eras reina, y un mundo entero dependía de ti.

Lena, sé que tendrás millones de preguntas, pero necesito que sobrevivas para salvar el mundo.

—No sé, mamá. No soy tan fuerte ni valiente como tú, y mi destino ya está escrito.

—Lena, escucha. Eres la forjadora de tu propio destino. Eres fuerte y encontrarás la fuerza que necesitas. Lo importante es que tú misma sepas quién eres y qué deseas ser.

—Ni yo misma lo sé.

—Eres lo que tu corazón y mente desean ser.

—¿Y si fallo?

—Fallar es parte del proceso. Si controlas tu mente, dominarás tu poder.

—¿Cómo derroto a Dion?

—Dion está envenenado. Solo tienes que mostrarle que hay otro camino. Lena, ha habido demasiada muerte en el pasado. Evita que eso ocurra en el futuro. Ahora dime, Lena, ¿quién eres?

—Yo soy Michell Anderson, la futura Reina de los Dragones —le respondí, sintiendo una oleada de orgullo y determinación.

Mi madre me sonrió con orgullo y amor, y me abrazó con una calidez que me llenó de fortaleza. No podría juzgarla, a pesar de que nunca estuvo conmigo; la amo profundamente.

—Te amo —susurré antes de que su rostro se desvaneciera de mi vista.

Cuando abrí los ojos, sentí una fuerza renovada, una energía que nunca había experimentado antes. Sabía quién era y qué debía hacer. Me repetí a mí misma: Soy la futura Reina de los Dragones.Con mi propio fuego, derretí las cadenas que me ataban. Cuando me levanté, quité la flecha de mi estómago. El dolor era intenso, pero no me importaba. Usé mi fuego para derretir el vidrio y quemar las sombras que me rodeaban. Encontré una espada y busqué la salida. Cada sombra que veía, la enfrentaba y la eliminaba. Al salir de la fortaleza, solo había bosque.Corrí lo más rápido que pude, con varias sombras persiguiéndome. Tenía que llegar a la Escuela o morir en el intento.

La Profecía De DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora