Capitulo 34

30 2 0
                                    


Narración Carlos

La presión en mi pecho era casi insoportable, una carga pesada que me dificultaba respirar. Las palabras de Dion resonaban en mi mente, frías y amenazantes. Él no mostraba compasión, su rostro era una máscara de indiferencia, pero sus ojos revelaban su disfrute

—Ya sabes lo que tienes que hacer, Carlos. Si no, tu hermana pagará el precio —su voz  me erizó la piel.
Una ola de rabia y frustración me invadió. Quería golpearlo, hacerle pagar por su crueldad. Pero sabía que no podía arriesgarme; mi hermana estaba en juego. Respiré profundamente, tratando de mantener la calma, aunque sentía que estaba al borde de explotar.

—Bien, solo déjame verla —mi voz salió más débil de lo que esperaba. Dion sonrió, una mueca de superioridad que me enfureció aún más.

—Yo soy quien pone las reglas ahora. Esta noche será crucial para la historia. Si cometes un error, ¡tu hermana morirá!

Con esas palabras, Dion se desvaneció en la oscuridad, dejándome solo con mis pensamientos y un temor creciente. ¿Por qué estaba en su forma humana? ¿Por qué no había capturado a Michell todavía?

Sentía una punzada de culpa en el estómago. Estaba traicionando a mis amigos, a la Escuela, a Eva. Pero la imagen de mi hermana, asustada y en peligro, me empujaba a seguir adelante con el plan. Haría cualquier cosa por ella, incluso si eso significaba traicionar a aquellos que me importaban.

Eva... Pensar en ella hacía que mi corazón doliera aún más. La amaba, pero estos meses habían sido un tormento. Vivir con este secreto, sabiendo que cada decisión podría destruir nuestras vidas, era un peso que no sabía cómo llevar. Esta noche, todo cambiaría, y temía lo que tendría que hacer.

Narración Michell

La noche estaba cargada de tensión, como una cuerda a punto de romperse. Mi corazón latía con fuerza, y un nudo de ansiedad se formaba en mi estómago. Sabía que esta noche mi verdadera identidad sería revelada, y una parte de mí temía lo que eso significaría para todos nosotros.

En la habitación, Roci y Eva me ayudaban a prepararme. Eva estaba hermosa con su vestido blanco largo, que resaltaba su figura  y su cabello liso y suelto. Sus zapatillas plateadas y el maquillaje suave le daban un aire de elegancia serena. Roci, con su vestido verde claro decorado con flores en los bordes, se veía radiante. Su cabello castaño, recogido en un moño con algunos mechones sueltos, le daba un toque natural y sofisticado. Ambas irradiaban una energía positiva que me ayudaba a calmar mis nervios.

Eva me había prestado un vestido rojo, que me quedaba justo por encima de las rodillas. Me puse unos tacones negros y dejé mi cabello suelto, añadiendo un maquillaje suave que destacaba mis ojos.

—Michell, estás hecha fuego —comentó Roci con una sonrisa, mirándome con aprobación.

—Gracias, chicas. No sé qué haría sin ustedes —respondí, sintiendo una ola de gratitud y cariño por mis amigas.

Nos tomamos varias fotos, capturando el momento. Justo entonces, alguien llamó a la puerta.

Al abrir, vimos a Carlos, Eduard y Kai, todos vestidos elegantes. Kai, con su cabello ligeramente desordenado y esa sonrisa que siempre lograba tranquilizarme, no me quitaba la vista de encima.

—Se ven increíbles, chicas —dijo Eduard, con una sonrisa sincera.

—Gracias —respondimos al unísono. Pude sentir la mirada de Kai, y me hizo sentir un calor agradable en el pecho.

—Bueno, nos vamos —anunció Eduard, tomando la mano de Roci. Carlos hizo lo mismo con Eva, mientras Kai se acercaba a mí.

Kai se inclinó y susurró en mi oído:

La Profecía De DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora