10. 💜 La mejor enfermera 💜

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El dolor punzante es mucho peor con cada minuto que pasa. He pasado una noche horrible sin dormir, no me encuentro bien. Sin embargo, hago mi mejor esfuerzo por parecer en un estado de salud normal cuando mis padres se despiden de Sophie y de mí para irse de fin de semana romántico. No quiero preocuparles y mucho menos fastidiarles el plan.

- Adiós papis - la pequeñaja les da un abrazo de despedida - El domingo cuando vuelva del campamento, ¿estaréis ya aquí?

Ah, ella también se va de campamento este finde, se han puesto de acuerdo para dejarme solo en casa. Mira que a mí no me hace nada de gracia que se vaya a un campamento con niños, pero cuando mi hermana me ha dicho que Liam no va, me he quedado más tranquilo, no vaya a ser que se cuele en su habitación a mitad de la noche para comprobar si la cama aguanta sus saltos.

- Sí princesa, tú estate tranquila - papá le da un beso en la frente - Pásalo muy bien en el campamento y no líes ninguna.

- No papi - ríe negando - Solo voy a hacer muchos juegos, contar historias de miedo por la noche, pintarme la cara, bañarme en la piscina y comer muchas chuches.

- Esta viene con una sobredosis de azúcar - comento haciendo que la pequeñaja me saque la lengua.

- Tú imagino que te irás a dormir a casa de Scott, ¿no? - me dice mi madre, sabiendo más que de sobra que odio estar en una casa solo.

- Por supuesto.

- Bueno - ríe besando mi mejilla - Pues cuando te vayas, dejas todo apagado, las ventanas cerradas y la puerta trancada con llave.

- Sí mamá - les miro y muevo la mano para despedirme - Divertiros.

- Hasta el domingo.

Papá y mamá se van, dejándonos a Sophie y a mí en el medio del pasillo. Ella creo que se va en dos horas al campamento y yo lo único que quiero es volver a meterme en la cama para ver si el malestar de mi cuerpo mejora.

- Venga, ayúdame a hacer mi mochila.

- Sophie... - suspiro cuando ella tira de mi mano para que la siga - Es que quiero meterme en la cama.

- Pero si son las 11 de la mañana.

- Ya, pero tengo sueño.

- ¡No seas vago!

- Ay, la puta madre... - su grito hace retumbar mi cabeza, la muevo con rapidez y la visión se me vuelve borrosa - ¿Tenemos termómetro? - pregunto ya sospechando mucho que estoy malo y con fiebre.

- Sí, en el cajón del salón - contesta mirándome con extrañeza - ¿Por?

- Nada, curiosidad - acaricio su pelo, no quiero decirle que me encuentro mal para no preocuparla, ella es muy hipocondriaca - Ve a hacer la maleta, si necesitas cualquier cosa me dices, pero sin gritar.

- Yo no grito, pesado.

- Sí que lo haces - bufa rodando sus ojitos.

- Me quedaría discutiendo, pero si lo hago no me da tiempo a hacer la maleta - dice antes de correr a su habitación.

Voy hacia el cajón que me ha indicado y cojo el termómetro, lo meto en mi boca y camino hacia mi cama para tumbarme en ella. Suspiro notándome cansado, caliente y mal. El pitidito del cacharro que tengo en mi boca resuena en mi cuarto, le agarro y veo que tengo cerca de 39 de fiebre. No entiendo de dónde he podido coger este maldito virus, si yo casi nunca me pongo malo. Supongo que durmiendo se me pasará esto.

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Abro mis ojos con algo descolocado y desorientado. Reconozco mi cuarto, pero no recuerdo en qué momento me dormí ni qué hora es. Froto mi cabeza, notando bastante frío, ya que estoy destapado. Un olor característico a vainilla me viene a las fosas nasales, cosa que me altera porque eso significa que... Ah, ahí está. Lila está en una esquina de mi cuarto, delante de unas baldas dándome la espalda. No entiendo qué demonios hace ella aquí y encima cotilleando mis cosas.

💜 MI DESTINO 💜 #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora