Dos días. Dos días han pasado desde el accidente. Dos días en los que mofletitos no se ha despertado, sigue en coma. Dos días en los que ni como ni duermo, en los que no me he movido de estos asientos jodidamente incómodos que hay justo a la entrada del hospital. No me dejan subir, no me dejan preguntar, no me dejan verla. No me dejan hacer nada, solo quedarme aquí. Y eso es lo que voy a hacer, no voy a moverme de aquí hasta que no se despierte, hasta que no sepa que está fuera de peligro.
Me exactamente igual lo que me digan, que se enfaden, que me llamen niñato inmaduro. El resto del mundo no sabe lo que es esta maldita incertidumbre y preocuación por no saber qué va a pasar con la persona que amas. Por la que daría mi vida. Me cambiaría por ella sin dudarlo, mofletitos no se merece esto.
Extraño todo de ella, su sonrisa, su voz, sus gestos, sus ojos, su pelo, su cuerpo, su risa, sus golpes, sus insultos, sus protestas, su alegría... La luz que ella tiene siempre. Sin ella estoy muerto en vida, no encuentro sentido continuar con nada. Solo quiero que despierte.
He implorado a todos los Dioses que conozco, en los que creo y en los que no, para que la ayuden. He intentado colarme de nuevo en su habitación, me he hecho pasar por enfermero para entrar, he sobornado a muchas enfermeras que se han cruzado por mi camino... Y nada ha resultado. Sin embargo, no me voy a dar por vencido, voy a conseguir verla aunque solo sea con el riesgo de ir a prisión.
Son cerca de las 11 de la noche y ya empieza a hacer frío en esta parte, puesto que estoy al lado de la puerta. Me acurruco como puedo en la chaqueta que me trajo esta mañana mi madre y abrazo mis piernas para tener una mejor postura en esta silla. Cosa imposible de conseguir, mi espalda está hecha mierda. Resoplo mirando al techo, pensando en que quizás ahora sea un buen momento para intentar subir a la sala de urgencias sin que me vean. Ahora es cuando hay menos gente y el de seguridad está medio dormido, igual si me agacho y...
– Hola...
Mi cabeza salta como un resorte al escuchar ese susurro a unos metros de mí, más aún cuando esa voz me resulta familiar. Mis ojos buscan temerosos a la dueña de esa voz y me quedo estático como una estatua al verla en medio del pasillo. ¿Estoy alucinando? ¿Me he vuelto loco? ¿Es mofletitos?
- Jack... Soy yo.
Me trastabillo con mis propios pies, perdiendo el recuerdo de cómo una persona normal se levanta de una silla y camina. No sé cómo consigo llegas hasta ella, pero lo hago. Y la abrazo con tanta intensidad que por un momento pienso que la voy a ahogar. Siento su olor y me desarmo por completo, todo esto me sobrepasa... La amo tanto, que termino soltando todas estas emociones, una vez más, por mis ojos.
- No llores... - sujeta mi cara al notar mis lágrimas caer en su cuello, me tiemblan los labios y ahora mismo odio el agua salada que no me deja ver bien su rostro – Yo tampoco soporto verte llorar.
Repaso toda su cara y su cuerpo con mis ojos, comprobando que está bien y que es real que la tenga entre mis brazos. No estoy soñando, mofletitos está despierta. Me detengo en la venda que cubre parte de su cabeza y la acaricio con mucho cuidado, recordando la trágica historia que hay detrás de esta herida.
- Mi niña... - susurro con un hilo de voz, la garganta parece que no me deja hablar bien - Creía que te había perdido...
- Jack, estoy bien - me acaricia, me habla calmada, me intenta tranquilizar. Me siento un idiota al notar que ella es la que ha pasado por todo esto, pero está siendo más fuerte que yo - Ya pasó todo, no pienses más eso, ¿sí? – asiento sin estar para nada convencido, mi cabeza no para de dar vueltas – Solo ha sido un susto.
- Casi te... - cierro fuertemente mis ojos, no puedo decirlo en voz alta.
- Pero no ha pasado - me interrumpe al ver que esto no me está haciendo bien hablarlo - Deja de darle vueltas a eso, ya está – niego con el pensamiento que no he podido verbalizar destrozándome por dentro – Jack, escúchame.
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💜 MI DESTINO 💜 #3
Ficção AdolescenteJack sabe que su historia siempre ha sido con mofletitos, de lo que no tiene ni idea es de si ella formará parte de su destino. Él cada vez está más confundido. Ella también. Lo único que tienen claro, es que se siguen amando. ¿Será suficiente todo...