Capitulo 21~ Theia Hawkins.

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    [Año 203, cien años después de la guerra santa

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[Año 203, cien años después de la guerra santa. ]

El reino de Khorne prosperó con las cinco razas unidas, pero más allá en el suroeste en el ducado Hawkins, "Liz" la cabeza de la familia tuvo cuatro hijos y no tres como hoy en día se conoce. Liz tuvo una cuarta hija llamada Theia Hawkins, una humana curiosa y llena de vida, pero aquel que era su mayor característica era también su defecto.

      Theia al querer conocer más que sólo el ducado Hawkins dejó atrás su hogar escapando de las manos de su familia, en su camino de conocimiento un hombre con aspecto de caballero y con un enorme manto que cubría su rostro se le cruzó en su cam...

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Theia al querer conocer más que sólo el ducado Hawkins dejó atrás su hogar escapando de las manos de su familia, en su camino de conocimiento un hombre con aspecto de caballero y con un enorme manto que cubría su rostro se le cruzó en su camino a mitad del bosque.

— No debería una humana andar sin protección en un bosque como este. — Dice el hombre encapuchado.

— Yo puedo cuidarme sola. — Le respondió Theia y sin más empezó a atacarlo con lo mejor que tenía. Su habilidad física y su defensa personal era muy buena, pero todos sabemos que un humano no es rival para un mago.

Así es, el encapuchado que esquivaba sus ataques sin esfuerzo era un mago, uno de los pocos que quedaban.
Al ver que sus ataques no iban a ningún lado Theia decide detenerse.

— No soy tu enemigo.

— Entonces sigue tu camino y no me estorbes. — Responde con el tipo carácter de Theia.

— Solo intento ayudar, no es común ver a una humana...

— Ya le dije que soy fuerte y se cuidarme sola.

— Entiendo, pero como caballero...— Lo interrumpe.

— ¿Caballero?... ¿vienes de la gran capital?

— A-así es... usted se dirige hacia allá?

— D-de hecho me dirijo hacia el noroeste...

— ¿La tierra muerta?... ¿Por qué se dirige hacia allá, lo único que hay es muchos árboles muertos y un eterno frío.

— Por qué quiero encontrar el árbol de la vida.

— ¿El árbol de la vida? Eso no existe.

— ¿Por qué lo afirma?... Si no tiene el corazón lleno de fe jamás lo encontrará.

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