Anya.
¡Bienvenidos al momento más incómodo hasta ahora!
Si fuera un reallity show la presentadora diría algo como eso. Claro que con una enorme diferencia, el guión de esta noche ya estaba casi escrito a totalidad por Demetrius Desmond, mismo que sin importarle la reacción de su familia lo único que hizo fue cederme su lugar en la mesa retirando la silla de su lugar e indicándome que podía tomar asiento.
No me restaba más que aceptar y sentarme en el lugar que me ofrecía, me esperaba una reacción similar a la que vi en los demás pero la pobre Becky estaba al borde de un colapso nervioso.
—¿Alguien aquí quiere explicarme que sucede? —cuestiona ella, pero su voz parece seguir siendo ignorada por todos.
Intento responderle pero solo entreabro los labios, Demetrius coloca una mano sobre mi hombro para indicarme que no lo intente.
—Lamento este improvisto —empieza a hablar Demetrius—. Es que es una celebración familiar por el compromiso de mi hermano, entonces pensé que sería muy descortés dejar a mi novia fuera de esta cena.
—Anya —le corrige Becky.
—No, no, te equivocas, ella no es Anya, aunque su parecido es sorprendente, es una larga historia que seguro contaremos en alguna anécdota familiar o luego de la cena, ¿les parece? Aunque bueno si no es así ni modo.
Aparta una silla para sentarse a mi lado con total tranquilidad, así luce, aunque hay alguien en esta mesa que sigue cada uno de sus movimientos con la mirada y si las miradas mataran yo creo que Demetrius ya hubiera muerto unas cien veces.
Si, tal como lo imaginas, me refiero a Damián, no dice una sola palabra pero los pensamientos ofensivos y la ira hacia él sube de cero a cien en un instante.
—Bueno, bueno que sorpresa —comenta Donovan, demuestra una sonrisa carismática cerrando los ojos—. De un momento a otro nuestros hijos traen a cenar a sus prometidas. Esto debería ser motivo de celebración.
No puedo descifrar si está siendo sincera su alegría o es solo una farsa. La que parece inmutable en su expresión seria es Melinda.
Las personas del servicio no tardan en poner otros dos lugares en la mesa. Demetrius me da una mirada de reojo, después coloca una mano sobre la mía. Voltea a ver a Damián seguramente para ver su reacción apática, aparta la mirada de nosotros y la centra en su plato de comida.
—Propongo un brindis —exclama Demetrius, alzando su copa—. Por nuestra familia feliz.
Todos alzamos las copas, nadie bebe por la incomodidad, nadie excepto Demetrius, una sonrisa satisfactoria se dibuja en su rostro una vez que vuelve a dejar la copa en la mesa.
—Demetrius —habla Melinda por fin—. Acompáñame al despacho, hablemos.
—Madre, ni siquiera he probado la comida.
—Hablemos he dicho —espeta, se pone en pie y deja bruzcamente una servilleta sobre la mesa.
Ella avanza en dirección a un pasillo, allí seguramente debe de estar el despacho. Demetrius suelta un suspiro y entorna los ojos un breve momento.
—Regreso en seguida —informa, se levanta de la mesa y toma mi mano, da un beso sobre el dorso de esta antes de darme la espalda y retirarse.
Eso haría un caballero pero Demetrius no precisamente, sé que lo ha hecho para molestar más a Damián.
—Bueno —dice Donovan, poniéndose en pie también—. Iré a vigilar que el arma que tengo en el despacho siga en su lugar, con permiso. Ustedes sigan comiendo tranquilos.
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