X Anya.
Como un frágil y triste tulipán que no deja de llorar, así me sentía al estar desconsolada. La historia de una frágil flor que ha sido abandonada bajo una fuerte tormenta...
No se, sentirme así ha puesto mi mundo de cabeza, y al parecer ni mi imaginación para la poesía no estaba funcionando muy bien. De hecho casi nada. Dejé de pensar en el momento en que fui consciente de que el ser a quien amo está en un grave peligro y no puedo hacer nada para ayudarlo.
Solo observo ir y venir a papá de un lado a otro de la sala con el teléfono, al parecer está hablando con la señora Sylvia.
—Ya está todo listo —anuncia, guardando por fin el teléfono para luego centrar su atención en mi.
—¿Todo listo para qué?
Mentiría si dijera que había puesto atención a siquiera una palabra de las que decían, estaba muy ocupada en Anyalandia tratando de encontrar una forma para salvar a Damián.
—Anya, ¿no escuchaste nada de la conversación.
—Siendo sincera no —acepto, dando un profundo suspiro.
El también suspira, pero con algo de preocupación. Lo entiendo, honestamente ni yo me siento en este mundo, no sé por qué luego de tanto llorar todo se siente tan raro, como abstracto y aunque el organismo se las ha arreglado para encontrar una clase de calma se siente un frío insoportable y hasta un poco de sueño.
—Me preocupas —menciona, llamando mi atención—. Esta situación te ha llegado a causar mucha ansiedad, andas por la luna cuando ahora más que nunca tienes que estar con los pies bien puestos en la tierra.
—Tengo que encontrar a Damián —es lo que sale de mi boca al tiempo que me pongo en pie.
—¿Dónde lo vas a buscar? Deja eso en mis manos, lo que tienes que hacer ahora es irte de aquí. Ya terminé de afinar detalles con Sylvia. Tu misión ya ha acabado.
—No, mi misión no acaba hasta encontrar a Damián y saber que está a salvo.
—Te lo repito, de eso me encargo yo. Tu debes irte.
—No puedo —susurro, tan bajo que apenas se puede escuchar lo que dije—. ¿Qué pasará si no lo encuentras y no voy a la boda? Demetrius lo mataría.
—Son hermanos, no le haría algo así.
—No, Demetrius es capaz de cualquier cosa. Incluso de pasar por encima de su propia sangre.
—¿Y qué propones? ¿Hacer lo que el quiere y casarte con él? Solo le darás la carta de victoria que está buscando.
—No lo sé, cualquier cosa con tal de que Damián esté bien —digo, atreviéndome a verlo. Él me observa como i hubiera perdido la razón o algo peor.
—No voy a apoyar esa locura. Tu misión acabó ya solo debes marcharte.
—Ya lo abandoné una vez, no pienso volver a abandonarlo.
—Pero lo que propones es una completa insensatez, hasta Damián pensaría lo mismo.
—Quizás si —acepto, volviendo a bajar la mirada—. Pero hasta ahora es la única garantía de que él continúe con vida.
—No quiero ser cruel, pero déjame decirte que si lo tiene secuestrado puede incluso matarlo y casarse contigo, nada te asegura que vaya a cumplir su promesa.
—¿Y qué tal que sí?
—Hasta tu sabes que las probabilidades apuntan más a que no.
—Igual voy a seguirle el juego. —Suspiro profundo—. Con o sin tu ayuda, pero sin tu ayuda será más difícil. Así que por favor ayúdame papá. —Me inclino, demostrando una reverencia ante él.