X Anya.
—¿Dudas de firmar? —me pregunta Donovan—. El señor Halweks es un licenciado muy confiable.
No sé si lo hace con mala intención o no. Se había estado comportando de forma amable, el caso aquí es que si fuera con dobles intenciones, tiene las de ganar. No voy a negarme frente a Damián. Sobretodo porque de ninguna manera me parece justo lo que le hizo Demetrius.
—No, sólo estoy leyendo —mentí.
No fué difícil colocar mi firma en el documento. Supongo que es lo que se merece Demetrius, aún así una parte de mí no deja de sentirse mal por él. Quizás sea demasiada bondad o lástima, no estoy hecha para esta clase de cosas crueles.
Iba a darle el sobre con las hojas firmadas a aquel hombre de baja estatura. Sin embargo Damián me interceptó, tomándolo él.
—Espero que no les moleste que yo mismo entregue esto.
—Sigues desconfiando de mi —le debatió su padre.
—Quizás si o talvez no, digamos que hay cosas que prefiero hacer por mi mismo.
—Como tu gustes —cede, dando un suspiro con resignación. Después fija su mirada en mi—. Que tengan buen día. Desearía quedarme más tiempo pero tengo muchos otros asuntos que resolver.
—Que le vaya bien —digo únicamente.
Le observo cruzar y cerrar la puerta, la habitación queda de nuevo casi vacía sin tantas personas aquí, únicamente permanece Damián de pie en el mismo lugar, con una expresión neutral.
—¿Crees en sus buenas intenciones? —me pregunta.
Quiero decirle que no sé porque es la verdad, me confunde esa forma de actuar y me hace sentir cierta compasión. Pero al final...
—Quiero creer que es cierto.
—Yo también, pero no puedo.
—¿Por qué no? —indago. Parece debatirse entre si decirme algo o no.
—No creo que papá haga algo bueno por alguien más sin que eso le beneficie de alguna manera. Intenta ablandarme por medio de ti.
Aparto la mirada de él, sus argumentos son demasiado acertados. Si es que tiene razón el pensó en usarme para usar de manera indirecta a Damián. No sé en lo que estaba pensando al hacerle caso, ¿quizás es que sea demasiado vulnerable o fácil de manipular?
—Fui una tonta al dejarme manipular —admito, en voz baja.
Sigo con la mirada perdida en la nada pero al instante siento su mano sobre mi cabeza, es un gesto reconfortante para aliviar un poco el sentir del momento.
—No es que seas tonta —le escucho decir—. Es solo que no tienes verdadera maldad en tu corazón. Por eso crees que todo el mundo es bueno, que ven el entorno de la manera en que tu lo haces o piensas que tienen el mismo nivel de compasión.
—Entonces, soy muy ingenua. —Suspiro, volviendo la mirada a él.
—Un poco —expresa, formando una fina línea con los labios—. Pero justo para eso estoy aquí contigo, mientras esté a tu lado no dejaré que nadie te haga daño. Menos mi padre, ya he vivido en ese infierno así que conozco algunos de sus trucos.
Asiento con la cabeza, copiandole el gesto. Eso lo hace reír y a mi intentar sonreír. Por más que diga que no soy tonta sé que lo fuí. Ni teniendo poderes para leer la mente pude decifrar sus planes y ahora que no los tengo será el doble de difícil saber si planea algo o no.
—Damián...
—¿Qué pasa?
—He pensado en algo... se me acaba de ocurrir —murmuro, frunciendo el cejo.