Capítulo 07

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X Anya.

Mentiras... buenas, mentiras malas... Al fin de cuenta, mentiras. No hay ni buenas ni malas.

Creía que podía ser una gran mentirosa como papá. Error, no puedo ser así de buena fingiendo. Lo sé por qué casi lo hecho a perder todo.

Llamé a Damián "segundo". Una palabra que dejó una enorme brecha de recuerdos en su mente.

Mientras lo veo dormir pienso que sería tan fácil decirle la verdad, pero a la vez no puedo. Yo soy quien quiere destruir a su familia por todo lo que le ha hecho a Westallis desde hace tiempo atrás. Lo único que lograría sería que me guarde rencor.

Uso la ropa que me había prestado cuando salimos de compras, lo único que llevo de más es una gorra, ocultando mi cabello. Lo más seguro es que lo visiten amistades de hace mucho, no quiero que alguna de las chicas con las cuales compartíamos clases me llegue a reconocer. Es lo último que quiero.

Debo encontrar una mejor manera para mentir, no tengo mucha habilidad en eso y la poca que tengo al parecer no está siendo suficiente. Debo de de evitar seguir dejando clavos sueltos.

Tomo la ferilla de la puerta, dispuesta a ir al tocador unos momentos. Pero en cuánto la abro me topo de frente con un par de ojos color café claro que recordaba muy bien. La chica parpadea un poco confusa. Al parecer estaba por abrir la puerta pero me he adelantado.

Se trata de Becky, lo sé. Las dimensiones de su rostro han cambiado, ahora es una adulta. Tiene el cabello largo lasio y suelto. También trae un vestido café muy elegante. ¿Qué hace ella aquí? Se supone que debería estar estudiando lejos.

—Ah, hola. Vine a visitar a...

No la dejo seguir hablando, salgo lo más rápido que puedo de la habitación. Temo que si digo una palabra ella me reconozca.

X Damián.

—¿Blackbell? —cuestiono, observando hacia la puerta.

Apenas puedo enfocarla, pero sé que se trata de ella.

—¿Cómo estás? Damián.

Cierra la puerta, después de eso entra a la habitación. Por mi parte paseo la mirada a los alrededores. La chica de cabello rosa no está.

—Estoy bien.

—¿Qué te pasó? Me dijeron que te mordió un perro.

—Muy graciosa.

—Sí, sí... —murmura, sentándose en una silla frente a la camilla—. Tu madre me llamó. Por alguna razón creyó importante que viniera.

—¡¿Ella te pidió que vinieras?!

—Es lo que te dije, no es necesario repetirlo.

Doy un suspiro, apartando la mirada.

—No debió de pedirte algo así.

—Está preocupada por tí. —Se encoje de hombros, encurbando los labios hacia arriba.

—Eso ni tu te lo crees. Lo que tiene en mente es...

—¿Qué cosa?

—Nada, olvídalo —murmuro, con un poco de fastidio.

—¿Qué algún día tu y yo seamos pareja? Ya lo tenía previsto. Te falta valor para decirme las cosas.

—Para empezar, no me gustas. No es que me falte valor, es que no tiene ni caso decírtelo.

—A ver renacuajo asqueroso, tú no me vas a rechazar a mí. Eres tú quien me parece ehorripilante.

Por ahorrarme un te quiero (Damianya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora