Anya:
Tragué grueso, tanto que quizás hasta se haya escuchado el sonido.
Damián esperaba mi respuesta, me observaba fijo, Becky parecía más calmada observandome también.
—Puedo hacer esto sola —insistió ella.
—Te acompañaré —dije, apartando la mirada de Damián—. Sin protestas.
Guardé las manos en mis bolsillos y con la poca dignidad que me quedaba me adelanté al auto. ¿Por qué digo con la poco dignidad? Fácil, Damián me había rechazado de nuevo y seguía sin encontrar la razón. Claro que Becky es mi miga y haría lo que fuera por ella, pero es solo que pudo usar otras palabras ara no hacer tan evidente que solo quería deshacerse de mi.
Y creí que ya nada podía decepcionarme más, hasta que ví a Becky entrar en el lugar del piloto y colocar las llaves.
—Si quieres puedes ocupar el lugar del copiloto —me dijo, notando que estaba en el sillón de atrás.
—¿Y Damián?
—Le llamó alguien para que firmara unos documentos, con eso de volverse el Fiurer. Dijo que tomaría un taxi. Creo que deberé arriesgarme a que mi padre me quite el auto, cualquier cosa acamparemos en el parque.
Eso me sacó una mínima sonrisa, muy pequeña.
—Estoy bien en este lugar, al mal paso darle prisa.
Asintió poniendo en marcha el auto. Agradecí que no dijera nada más, porque en algún punto de la conversación mi voz se quebraría, prefería que el recorrido fuera en silencio. Es mi mejor amiga, pero ya tiene suficientes preocupaciones como para que venga y la sobrecargue con las mías.
Pensé que el recorrido sería en silencio hasta que mi teléfono empezó a vibrar.
—Es Emile.
—Contesta.
—¿Emile? —cuestioné dudosa, poniendo el altavoz—. ¿Tu llamando?
—Si, Damián me comentó lo que sucede. Voy hacia la mansión de Becky no entren sin mi.
—Intentaré convencer a Becky de eso.
—Solo dile que yo te lo pedí y accederá. No me tardo —dijo por último, antes de colgar.
—¿Sigues teniendo el mismo número? —preguntó Becky.
—Si, Damián se las arregló para eso al parecer. Un momento, ¿por qué Emile dijo que accederias?
—Me pidió salir y estamos en eso. Al parecer no me dejará dar este paso sola.
Okey lo acepto, daban cierta envidia. No de la mala, quizás ni siquiera era envidia, solo esa sensación cuando estás pasando por un mal momento y de pronto ves como les va bien a los demás, quizás tristeza por la diferencia de la situación.
—En hora buena, hacen una bonita pareja.
—Gracias Anya, pero aún no somos novios. De hecho acordé con el que primero hablaría con mi padre solas para dejar las cosas en claro. Luego tendría que pedirme de nuevo que sea su novia y aceptaría. Pero al parecer no me ha querido dejar sola en estos momentos. Empiezo a entender de qué son capaces los chicos cuando están enamorados. Por eso estaba tan nerviosa.
—¿Son capaces de hacer todo por su amada no?
—Si, no te negaré que me emociona. Pero tampoco quiero apresurarme.
—Yo creo que un amor como el de ustedes vale la pena, no dudes en arriesgarte.
—Claro que si Anya. Pero no intentes ocupar mi lugar, yo soy la fan de la relación de mi mejor amiga aquí, osea de ti y Damián.
