Capítulo 34

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X Anya.

Seré sincera, ver que se llevaran de esa manera a Damián me llenó de pánico por unos momentos. ¿Y si no podemos aclarar esto? ¿Qué pasará si lo declaran culpable de algo que no ha hecho? ¿Quién testificará a su favor? ¿Puedo decir que Demetrius lo tenía secuestrado o solo daré crédito a que tenía motivos suficientes para dispararle?

—Hay que llamarle al abogado familiar —escucho decir a Melinda—. Esta es una situación urgente.

Se aleja tan rápido como puede hacia el teléfono de la casa. Quedo en la sala por unos momentos sin saber que hacer o a quién recurrir. Hasta que recuerdo algo, el rostro de Damián mostraba mucha seguridad en cuanto dijo que buscará un abogado, pero solo cuando me vió a mi, cuando observó a su madre eso perdió su credibilidad. ¿Quién es la única en quien puedo confiar y con los suficientes medios? Si Becky.

Quizás eso fué lo que me motivó a tomar la llave de su auto y su teléfono de la recámara. Si algo bueno tuvo estudiar en Westalis es que a partir de los dieciséis años te enseñan a conducir.

Al parecer Melinda se ocupó más tiempo en el teléfono, no se despega de él pero está vez ya no parece estar hablando con el abogado sino con una amiga cercana, es entendible luego del discurso que Donovan dió, así que sin mencionarle nada salí de la mansión. Becky debe encontrarse ahora en su mansión, si debería llamarla primero pero no tengo su número de teléfono.

El recorrido no fué tan largo. Y al parecer los guardias reconocieron el auto de Damián pues no dudaron en abrirla el enorme portón de rejillas y dejarme pasar sin bajar los vidrios polarizados. Una vez que estacioné y bajé del auto lo primero que hice es tocarel timbre, no pasó mucho tiempo hasta que una muchacha del servicio abrió la puerta.

—Adelante señora Desmond, en seguida le avisaré a la señorita que tiene visita —dijo, apartándose para que pudiera pasar.

¿Señora Desmond? Eso sonó un poco raro. Esta vez han cambiado la forma de llamarme cuando la visito. Al igual que el espacio de espera, no pienso moverme de la puerta.

Observo ansiosa hacia todos lados, mientras espero a Becky. No pensé que podría afectarme de esta manera la situación que se nos vino encima. Tanto que ver a Becky llegar hasta mi lado se sintió como un gran alivio.

—Anya. ¿Qué ha sucedido? —interroga, repasandome con la mirada. Quizás me veo muy ansiosa o apresurada.

—Detuvieron a Damián.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Por lo que le sucedió a Demetrius. Necesita un abogado, creo que lo llevaron a la comisaría.

—Vamos, tenemos que llegar allí —coincide, dejándome pasar. Eso hasta que estamos frente al auto de Damián, es entonces que me quita las llaves del auto—: ah, mejor conduzco yo.

Asiento con la cabeza, dirigiéndome al lugar del copiloto. No recuerdo cuando fue la última vez que el tránsito se había vuelto tan eterno. La compañía de Becky siempre fué buena, pero en estos momentos no tenía ganas de hablar. Hasta que empezó a vibrar un teléfono. No le presté importancia hasta que llamaban por segunda vez.

—¿No vas a contestar? —cuestiona Becky.

—No es mi teléfono —suelto en un suspiro—, es el de Damián.

—Responde, puede ser algo importante.

De hecho nada es más importante ahora que Damián, pero le hago caso a Becky. Contesto con el teléfono en altavoz.

—Bueno.

—Le hablamos del hospital central, ¿puede comunicarnos con el señor Damián Desmond?

—Él no se encuentra en este momento.

Por ahorrarme un te quiero (Damianya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora