Anya.
Lo que dijo Demetrius ha hecho que pierda la calma, Damián es capaz de renunciar, él lo dijo ya no le queda ningún motivo para seguir teniendo un rango militar.
—¿Qué estás diciendo Demetrius? —cuestiona Melinda—. Tu hermano no va renunciar.
Bueno, por una parte me alegra que Melinda haya dicho eso, parece que ambas no queremos que él deje su puesto.
—Sólo digo lo más lógico madre —le contesta Demetrius—. No es necesario que siga haciendo algo que no le gusta, conmigo al mando basta para terminar de apoderarnos de Westallis.
—No voy a renunciar —dice Damián, usa un tono muy determinante—. No me subestimes.
Ambos se observan con una mirada competitiva, ¿acaso así han sido siempre?
—Oh vamos —interviene Melinda, enmedio de risas—. Parecen dos pequeños niños peleando por el mismo dulce, hora de irnos.
Lo último lo dice con un tono muy serio. Sigue cambiando de actitud de un momento a otro.
Ellos caminan adelante, mientras yo camino al lado de mi madre, es decir, Yoru Briar. No sé si ella me seguiría considerando su hija. Tampoco sé si me reconocería. Llevo cubierto el cabello con una capucha.
Las calles están desiertas, seguramente la mayoría de las personas permanecen en sus casas, Damián logró tomar posesión de esta ciudad también.
—¿Y como te llamas? —pregunta Yoru, sé que se refiere a mí.
Incluso puedo ver por un breve momento como Damián me ve por sobre su hombro. Lo que piensa es "¿Le vas a mentir?" Y pues si Damián, tengo que hacerlo.
—No poseo un nombre en sí.
—¿Cómo es posible eso?
—Cosas horribles que dejó como secuela la guerra pasada —responde Damián, por mi—. A todos nos afectó de una manera diferente, incluso a ella siendo que es casi de mi edad.
Todos nos quedamos en silencio, es difícil seguir hablando de ello sabiendo que es un tema delicado.
—¿Tomamos un café? —pregunta Melinda, interrumpiendo el silencio.
—Claro madre —dice Demetrius, señalando un lugar adelante—. ¿Qué tal ahí?
Es un lugar pequeño, pero bastante acogedor. Tomamos una mesa para cinco personas. Ordenamos café y pastelillos para todos.
—Se acercan las vacaciones de invierno —comenta Melinda—. Becky volverá, ¿no les alegra eso chicos?
—Por supuesto —responde Demetrius, demostrando una sonrisa insinuosa—. Pero seguro le alegra más más Damián.
Él se acomoda mejor en su aciento, es verdad su madre quiere que ellos dos un día se casen. Aunque ahora que lo pienso yo no podría soportar eso.
—Me da igual —responde él, con un tono de desinterés.
—No digas eso Damián, ¿recuerdas lo que hablamos?
—Sí.
—Es lo mejor para la familia y en especial para tí.
¿Lo mejor? Quizás si para ganar más poder, pero sé que Damián no siente nada por ella ¿verdad?
—¿Por qué no vamos a comprarle un regalo?
—No creo que sea necesario.
—Oh claro que sí.
—¿No van a tomar el café? —pregunta Yoru.