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[💎✨] Mi actividad favorita? Fingir estar dormido para que nadie me moleste mientras escribo.
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Al mediodía del día siguiente la tormenta se detuvo por completo así que por fin pudiste salir de la cueva.

Probablemente hacían -3° en ese momento, pero la capa de nieve que se encontraba bajo tus pies era demasiado gruesa y hacía difícil caminar.
Pero tenías demasiada hambre como para no salir de ahí.

Mientras caminabas con dificultades, Bella iba a tu lado aún cojeando un poco pero siempre tratando de mantenerse a tu paso.
Para ella no era tan difícil caminar, si bien sus patas eran más cortas que tus piernas, definitivamente era más ágil que tú.

Pronto el aire frío más la anemia y la actividad física comenzaron a jugarte en contra, eso sumado al hambre y a que no tenías manera de conseguir aquellas plantas que usabas para controlar tu enfermedad.
Estabas demasiado mareado al punto de que se te nubló la vista y caíste.

Antes de caer, Bella se puso frente a ti para sostenerte y evitar que cayeras de cara a la nieve.

—Oh... Gracias, Bella—jadeaste tratando de levantarte de nuevo, pero la dragona se agachó un poco frente a ti permitiendote subirte a su lomo y montarla.

Las cosas eran más fáciles ahora, si bien aún seguias algo mareado ahora podías recargar un poco tu rostro en el plumaje del cuello de la dragona que simplemente caminaba sin rumbo fijo, solo iba por los lugares que consideraba más seguros para ti.

Pronto llegaron a un lugar con diversas flores que habían sobrevivido a la nevada, aquellas flores crecían en el suelo y en grupo, llegando a cubrir casi por completo el suelo de estas curiosas flores moradas.

No tenías ni idea de si estas flores eran venenosas, de si eran comestibles o si tan siquiera era buena idea tocarlas.

Aunque ante el hambre, no podías ponerte exigente así que bajaste del lomo de Bella para tomar un racimo de estas flores, quitarles la nieve y comertelas sin pensarlo mucho.

Afortunadamente estas flores no tenían un mal sabor y tampoco eran difíciles de tragar, además de que al parecer si eran comestibles así que pudiste comerlas hasta que el hambre se fue por completo.

Bella se quedó vigilando el entorno durante todo este proceso, para ella eras alguien indefenso que podría morirse en cualquier momento así que estaba tratando de asegurarse de que ningún otro dragón salvaje o animal extraño fuera a molestarte mientras recuperabas tu fuerza.

Ahora, ya más dueño de la situación comenzaste a caminar de nuevo.

Era hora de beber agua y de conseguirle algo de alimento a Bella.

Llegaron al mismo río donde la encontraste atrapada el día anterior, metiste tus manos al agua helada para formar una pequeña cazuela con ellas y así beber algo.
Bella estaba observando el agua atentamente hasta que por fin se animó a introducir su cabeza en esta y sacar un pescado que no tardó en devorar mientras aún estaba vivo.

El clima en Berk era hostil, pero estabas seguro de que con Bella a tu lado las cosas serían más fáciles de sobrellevar.

(...)

Por su lado, Hipo sobrevolaba la isla nuevamente.

—¿Crees que ya se hayan dado cuenta de que nos fuimos?

El vikingo recibió un gruñido por parte del dragón quien ya estaba comenzando a cansarse.

—Tienes razón, seguro ya se dieron cuenta...—se quejó llevándose una mano al rostro—¿cómo dejé que pasara esto?—gimoteó con frustración, Chimuelo solo miraba al suelo.

El dragón trataba de seguir tu aroma, incluso bajó a la tierra un par de veces para rastrear tu aroma, pero era inútil: por alguna razón tu olor se había mezclado con el olor de otra criatura que estaba despistando por completo a Chimuelo y los había hecho dar vueltas por el mismo lugar varias veces.

También era imposible tratar de seguir huellas, porque poco después de encontrarlas la nieve volvía a cubrirlas y los hacía ir en círculos otra vez.

De mera suerte lograron llegar al lugar con flores moradas, Hipo se percató de que Chimuelo estaba oliendo mucho esas flores y de que también había algunas flores arrancadas.

—Saxifraga púrpura... —murmuró el vikingo reconociendo las flores de inmediato—seguro comió de ellas, son comestibles pero no van a ayudarlo con su anemia...
¡Eso significa que sigue vivo, Chimuelo!

El dragón rugió volviendo a alzar el vuelo, estaba seguro de que con el aroma que acababa de recoger de las flores iba a poder rastrearte, pero cuando se dio cuenta volvieron al mismo lugar después de unas horas.

El ocaso comenzó a llegar e Hipo estaba angustiandose de nuevo, dos días enteros y seguía sin tener la más mínima idea de dónde podrías estar.

Por su parte, Chimuelo ya estaba comenzando a volar de manera torpe por el cansancio.
Llevaba volando de esa manera tan exhaustiva dos días y aparte lo aturdia muchísimo el hecho de que no podía rastrearte o escucharte.
A veces te escuchaba muy a lo lejos, pero inmediatamente el sonido de tu voz desaparecía y para cuando él llegaba ya te habías marchado.

Al final del día, como no tenías con quién hablar te quedabas callado durante horas.

Hipo se percató rápidamente de esto, así que llevó su mano a la cabeza de su dragón.

—Está bien, Chimuelo... Estás haciendo lo mejor que puedes.
Vamos a casa para que descanses, podemos buscar mañana...

Chimuelo no quería irse, pero al final no tuvo de otra más que regresar a Berk junto a su amigo para descansar y al día siguiente volver a salir pero esta vez con más preparación.

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