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—¡MIERDA!—Gritó Hipo caminando de un lado a otro como león enjaulado.

Todos observaban la situación, sin palabras y tratando de encontrarle una situación.

Niebla trató nuevamente de volar para alcanzar a su alfa, pero Bella lo seguía agarrando de la cola e incluso llegó a arrancarle un par de plumas accidentalmente. Finalmente el dragón no tuvo de otra más que ceder ante las peticiones de su hembra y quedarse en la isla.

Una vez que dejó de protestar, se echó en el suelo como esfinge solo para escuchar a Bella gruñirle y rugirle durante 4 minutos seguidos. Aquella escena era como ver a una esposa regañando a su marido y más porque Niebla solo agachaba la cabeza.

Regresando a Hipo... El chico iba de un lado a otro, mordiendo sus labios con fuerza e incluso mordiendose la parte interna de las mejillas.
Astrid se acercó a Hipo, pero en cuanto se acercó el jefe estiró su mano para mantener distancia.

—¡NO VAYAS A DECIR NADA!

—¡No iba a decir nada!

—Si no las hubiera arrastrado hasta allá... ¡él no me hubiera traido de vuelta y ella no la hubiera seguido!

—Sip

—¡AGH!—gruñó con frustración aún yendo de un lado a otro—¡Me siento tan inservible como lo era antes de conocer a Chimuelo!

—Si, lo puedo ver

—¿¡TE VAS A QUEDAR AHÍ A DECIR QUE SI A TODO LO QUE DIGO!?

—Sip

—...

—En mi defensa: pediste que no dijera nada

—Tsk...

—Bueno, es cierto.. Volviste a donde empezaste, pero yo fui la primera- es decir, la segunda persona en creer en ti y te he visto dudar si eres digno o no desde entonces—explicó la rubia acercándose un poco a Hipo pero evitando el contacto físico—¿Pero sabes qué? Me convertí en la Astrid que soy gracias a ti. Nunca te lo había dicho pero es la verdad—Afirmó Astrid con una leve sonrisa—Eres el más valiente, obstinado y- cabeza dura que conozco. Chimuelo no te hizo así, Hipo...

El castaño se quedó en silencio unos segundos, iba a decir algo pero al recordarte, su mente se centró en la cicatriz de tu frente y en las vendas de tus muñecas... Sintiendo una gran culpa invadirlo de nuevo, ¿qué se supone que debía hacer ahora? Grimmel tenía razón: Berk no tenía a un jefe, tenía a un niño jugando a ser jefe.

Astrid iba a decir nuevamente algo, pero sabía que no iba a escucharla... Muy en el fondo se sentía impotente porque sabía bien que no importaba cuánto quisiera a Hipo, cuánto lo apreciara o incluso cuánto lo amara... Él nunca iba a terminar de creerle a ella.
Pero a ti si.

La rubia te hizo una seña con la mirada, al inicio no la entendiste hasta que literalmente señaló con el dedo pulgar a Hipo así que te acercaste.

—A ver, ¿qué pasó?

—Invasión por sentimientos de culpa e inferioridad, ya sabes

—Ahh, como me pasó a mi

—No, ________, lo tuyo no era culpa. Eran pensamientos suicidas

—La misma cosa—afirmaste encogiéndote de hombros.

Colocaste tu mano en el brazo de Hipo, pero él empujó tu mano para quitarla de manera brusca.

—Suéltame

—¿Qué?, ¿por qué?

—¿No lo entiendes? Esto está pasando por mis errores, tú casi te mueres por mis errores, mi simple existencia es un error que tú y Astrid siempre tienen que corregir

➴ Tenías que ser tú ➶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora