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18 de diciembre

—Cielo, cálmate o te va a dar un ataque de ansiedad—pidió Valka, sentándose a tu lado y tomando uno de tus hombros con cuidado.

—No puedo, los nervios me están matando—pronunciaste en un jadeo.

Brutilda se acercó para tomar uno de los mechones de tu cabello y trenzarlo.

—Entiendo tus nervios, hoy te casas... Es uno de los días más importantes de tu vida, pero debes calmarte

—¡Brutilda tiene razón!—habló Astrid que estaba del otro lado de la habitación haciendo una corona de flores azules y rosadas—todo va a salir bien

—¿Cómo estás tan segura de que todo va a estar bien?

—Simplemente lo sé... Y cuando lo sabes, lo sabes

Asentiste tratando de calmarte. Valka se acercó para colocar en tus hombros una capa de piel color blanca.

—Puedes calmarte, cielo... Este día va a ser perfecto, yo me encargaré de eso

Acomodaste la capa, suspirando y dejando salir una pequeña sonrisa.
Brutilda terminó de hacerte un par de trenzas las cuales unió con una liga detrás de tu cabeza, como una media cola pero con dos trenzas.

Luego, Astrid se acercó para depositar en tu cabeza la corona de flores que acababa de hacerte.

—Te ves muy bonito

—Gracias, Astrid... Me alegra que estés aquí, sé que no te gustan las bodas pero aún así-

—Tienes razón, no me gustan. Pero no me perdería tu boda con Hipo, ustedes dos son mis mejores amigos

—Son tus amigos, pero él es mi hermano e Hipo es mi cuñado—afirmó Brutilda con la voz entre cortada.

—¿Estás llorando?..

—N-No, es que tengo algo en el ojo—afirmó la oji gris frotándose los ojos y sollozando en silencio.

Valka sonrió tomando tus mejillas con suavidad.

—Hoy mi hijo se casa contigo... Cielo, ¿no estás emocionado? Hoy te vuelves un Abadejo como nosotros, yo si estoy emocionada

—Estoy ansioso y emocionado al mismo tiempo

—Esa es una buena señal—afirmó tu suegra dándote un beso en la frente—Te quiero tanto como si fueras mi hijo tú también, y estoy muy feliz de que ustedes dos sean felices

—Mamá Valka...

Aprovechaste ese momento para abrazar a la mayor, quedando en su pecho. Valka era como la madre que te fue arrebatada cuando eras niño, la querías mucho y ella también te quería a ti.

—Por cierto, ________—Astrid se dirigió hacia ti con una cajita en las manos—Hipo me dio esto, pensó que te gustaría usarlo hoy

—A ver

Tomaste la cajita y la abriste, en ella se encontraba el arete que hace unos meses habías dejado de usar, ese arete hecho con las plumas de Bella que tanto te gustaba y que tanta nostalgia te traía.

—Oh, por Odín...

—¿Por qué no lo usas? Sería como tener a Bella aquí de manera indirecta—afirmó.

Dudaste unos segundos, sosteniendo el arete entre tus manos.
Al final decidiste quitarte el pequeño arete de oro y colocarte ese arete tan llamativo y bonito, hecho con las plumas de la que alguna vez fue tu mejor amiga.

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