El portón rechina cuando Azul lo cierra y deja al rey dentro, en el nuevo lugar que eligió Ónix, o mejor dicho la nueva prisión.
—¿No crees que esto es un poco drástico?—pregunto, detrás de él.
—No hay nada que pueda hacer cuando a Ónix se le meten ideas a la cabeza.
—Pero es su padre.
—E intentó matar a mi tía, Amatista. Y según los rumores, también te atacó a ti.
—¿Quién pudo inventar eso?
—Ónix me lo dijo, incluso prohibió que estuvieras cerca de acá.
Él camina en otra dirección, una vez dejamos totalmente seguro a Guille.
—Pues no hiciste gran trabajo evitando que supiera dónde está, eh.—lo sigo.
—Me seguiste y lo averiguaste. Yo no tengo nada que ver.
—Buen punto.
—Así que por favor evita mencionarle que ya sabes en dónde está Guille. No quiero más disgustos con mi primo.
—Como si a él le importara mi vida.—niego.
—Créeme, Ónix es impredecible.
Doblamos a otra esquina para seguir a otro pasillo y algunos sirvientes se dirigen a Azul con un asentimiento de cabeza.
—¿Puedo hacerte una pregunta?—consulto.
—Dime.
—¿Por qué te apellidas Leman si se supone que eres solamente sobrino de la reina?
—Mi verdadero apellido es Pat—ríe—. Pero mi tía Elle se ha hecho responsable de mí gran parte de mi vida, en lo que mi padre se encargaba de sus obligaciones en su reino.
—Eso no resuelve lo del apellido.
—Espera, voy a esa parte—hace un ademán con su mano—. Tía Elle dijo que al estar bajo su crianza, tenía que sentirme parte de la familia. Así que para Diamond utilizo el apellido de su esposo Guille, y soy un Leman.
—O sea, una mentira.—concluyo.
—Algo así. Pero lo llamo más como una aceptación.
—¿Y al príncipe no le molesta eso?
—Bueno, de joven no era un gruñón.
Pasamos cerca de mi mucama, quien lleva sábanas limpias a las habitaciones cercanas y solo nos saluda de forma rápida.
—Sí, cómo no—bufo—. Creo que cuando era un bebé mandaba a ejecutar a todo aquel que no le llevara el biberón perfecto.
Él suelta una risa burlona y compone su postura para seguir hablando en lo que caminamos.
—Ónix era alguien muy noble, dulce y carismático.
—¿Carismático? No creo que nadie se ría con su carisma.
—A lo que me refiero, Amatista. Es a que ahora no es la sombra de lo que solía ser.
—¿Y qué le pasó? ¿Se cayó de pequeño y así justifica ser una bestia a la que hay que mostrarle empatía?
—Me gustaría tener una respuesta exacta a eso, pero lo único que se me ocurre es que probablemente los años no le sentaron bien.
Un grito femenino de pánico, seguido de algunos golpes y cosas cayéndose, nos ponen alerta desde donde estamos.
—¿Ese ruido no viene de la sala central?—volteo a verlo.
—Perfecto, no salimos de un problema para meternos a otro.
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Amatista
RomanceElla, una ladrona buscada por los guardias del reino para ser sentenciada. Él, un príncipe frío y malhumorado al que le buscan esposa por obligación. Para el destino esto solo implica una unión.