2. Recompensa por cabeza

4.2K 504 41
                                    

Me arrodillo en el suelo al reconocer que algo realmente malo debió haberle pasado a mi hermanita.

¿Dónde puede estar si pasa tan enferma?

Agarro uno de sus únicos vestidos de donde suele tenerlos, y lo contemplo por un largo tiempo... quizá más del necesario.

—Eres lo único que tengo y ahora parece que también te perdí. —continúo hablando sola.

Muerdo mi labio inferior para tratar de no llorar, y cuando parece que finalmente mis lágrimas están por escaparse, un fuerte impacto da sobre la ventana de cristal; haciendo que ésta se quiebre.

Por reflejo me agacho al momento preciso y cubro mi rostro para evitar que los vidrios se cuelen en mis ojos.

Me reincorporo segundos después, mirando mi reflejo en los cristales recién rotos.

Mi tono de piel está más pálido de lo común, y mis ojos grises están casi cubiertos al completo por mis pupilas.

Una piedra fue la responsable del impacto, y lo extraño es que tiene una especie de nota amarrada con un hilo a su alrededor.

Recompensa por la cabeza del ladrón del callejón.

Leo la nota con perplejidad.

¿Cuánto ha pasado desde el incidente de la tienda? ¿Minutos?

Todo está oscuro.

Bueno, horas, quizá todo el día en realidad.

Otra roca se vuelve a colar por el espacio que dejó la ventana.

¿O debería decir ladrona?

A diferencia de la anterior, ésta parece ser una nota escrita a mano. Pero cuando me asomo un poco para ver quién las envió, todo parece desértico.

Vuelvo a releer las notas, deduciendo que la primera tiene marcas de salir de la imprenta.

Significa que el aviso debe estar por todos lados y buscan mi cabeza.

Y si alguien la arrojó hasta acá, es porque ya sabe que la ladrona soy yo.

Y no estoy a salvo viviendo aquí.

Recojo mi abrigo y me lo coloco, dispuesta a huir, aunque no sepa mi destino.

°°°

A pesar de que se supone que es de noche y las personas deberían estar en sus casas después del asesinato que ocurrió hoy, hay un considerable número de gente cruzando la calle e iluminándose con candiles.

Me detengo un segundo al sentir una sensación desagradable en el estómago, seguido de un dolor de cabeza. Y es hasta ese instante en donde recuerdo que no he comido ni bebido nada en todo el día.

—¡Rápido! No queremos quedar fuera de las refugiadas. —le dice una madre a su joven hija, llevándola del brazo en dirección contraria.

¿Las refugiadas?

¿Escuchaste lo que le pasó a la señora Lucila en su tienda? Dicen que el ladrón al que buscan fue el asesino. —me topo con otros dos señores hablando.

Vuelvo a sentir el nudo en mi estómago, solo que esta vez con un poco de náuseas.

Necesito beber agua al menos.

—¿Dónde podemos postularnos para las refugiadas? —se acerca una joven a un señor de sombrero.

—Por la casa del reloj.

AmatistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora