Ónix no se retractó en cuanto a su anuncio, por lo que su madre tuvo que retirarse y aceptar su decisión pese a lo apresurado que parece ser.
—Es que no tiene sentido—habla Ágatha—. ¿Cómo has de tener un título si no eres preparada?
—¿Preparada en qué aspecto?
—En todos, Amatista. No es así como así, necesitas tutoría o algo, ni siquiera te creo capaz de poder leer.
—Leo la palabra desesperada en tu frente.
Azul vuelve a servirse otro trago al ser consciente de que la discusión en la sala va para largo.
—Ni siquiera Gia tiene un título.—continúa.
La mencionada arruga la nariz y se aclara la garganta para responderle a su cuñada.
—Soy princesa de Lusol.
—¿Y eso qué? Tu reino con costo existe.
—Para como van las cosas, Tadora no tarda en llegar a ese destino primero, así que veremos quién continúa con el título de princesa en su nación por más tiempo.
—Suficiente—Ónix reacciona después de un rato—. Di mi anuncio, en ningún momento le he pedido opiniones a nadie.
—Lástima, estaba por opinar yo—suspira Levi—. ¿Puedo largarme? No sé qué tengo que ver con tu anuncio.
—Nada, solo quería que supieras que me voy a convertir en rey antes que tú.
Azul pone el vaso vacío en la mesa y hace una mueca entristecida al darse cuenta de que ya se terminó toda la sustancia que estaba bebiendo.
—¿Por qué siento que hay algo oculto en todo esto, blanquito?
—Lo único oculto es tu brazo en ese yeso.
Gia intenta disimular una risa y voltea a ver hacia otro lado para no parecer muy obvia.
—Si continúan creando contiendas entre todos, no vamos a llegar a ningún lado.—habla Azul después de un rato.
—¿Que no estabas lamentando tus penas bebiendo?—su primo voltea a verlo.
—Ni estando ebrio podría dejar de escuchar las discusiones de todos acá. Así que, si Amatista tendrá un título, pues lo tendrá, fin del caso y todos en paz.
—¿Qué te traes con la paz, morita? En tu vida pasada debiste ser sacerdote.—murmura Levi, burlón.
Ónix vuelve a perderse en sus pensamientos, que no escucha los chistes que comienza a soltar Levi sobre su peculiar cabello blanco.
—Necesito que manden a llamar al guardia Albert—dice después de un rato—. Si es que sigue con vida.
—¿Por qué no lo estaría?—pregunta Ágatha.
—Yo qué sé, es Albert. Podría morir incluso haciendo nada.
—No pretendes saciar tu furia con él, ¿cierto?—Azul da un paso al frente.
—¿Y cuándo lo he hecho, Azul? Mis pláticas con Albert siempre han sido calmadas.
—Lo has hecho llorar como mil veces.
—Yo no tengo la culpa de que llore cuando apenas saco mi espada para señalarlo.
Azul se rinde y alza ambas manos para cumplir la orden de llamar al guardia con alguien. Dejándonos a Ónix y a mí en compañía de los Ener.
Ágatha mueve su pierna de manera ansiosa y duda entre si acercarse a Ónix o no, eligiendo la primera opción.
—Que Amatista reciba un título sería riesgoso.
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Amatista
RomantizmElla, una ladrona buscada por los guardias del reino para ser sentenciada. Él, un príncipe frío y malhumorado al que le buscan esposa por obligación. Para el destino esto solo implica una unión.