Paso un cepillo por mi cabello en lo que me veo en el espejo y mi mucama arregla la cama de mi habitación atrás de mí.
—No pude asistir al evento de anoche, pero escuché que todo salió excelente.—comenta.
—No se tenía planeado un evento pero fue lo que se dió.
Acomodo la parte superior de mi vestido y arrugo un poco la nariz al sentir mis pechos sensibles cuando los aprieto sin querer con la tela.
Es probable que la bestia se haya motivado demasiado anoche.
—¿Algo mal con su vestido, señora Amatista?
—No me acostumbro a lo de señora.
—Bueno, es el título que recibe una mujer felizmente casada.
Suelo una risa e intento cubrir con la prenda cualquier marca que haya quedado de lo sucedido.
—¡Oh, no!—exclama mi mucama.
—¿Qué sucede, Tere?—volteo a verla.
—El hermoso vestido color vino está prácticamente deshecho.
Levanta el resto de mi vestimenta de anoche y me muestra que está separado desde la parte superior hasta llegar abajo de la cintura, con varios hilos sueltos sin arreglo alguno.
—Creí que era de una buena calidad—se queja—. Me pregunto qué pudo haberle pasado.
—Misterios sin resolver—me levanto de la silla frente al espejo—. ¿Sabes algo sobre la hora de llegada de los demás miembros de esta casa?
Ella se sigue lamentando por el vestido pero lo deja en la cama para comenzar a recordar con exactitud a qué hora pudieron haber regresado los demás.
—Las refugiadas fueron las primeras, seguidas de la reina Elle y el joven Azul.
—¿Qué hay del matrimonio Ener?
—Supongo que no hicieron ruido alguno, pero tengo el presentimiento de que estaban molestos el uno con el otro.
Era de esperarse.
Sobre todo si Gia se burló de la discapacidad de su esposo.
—¿Sabes si el evento se desarrolló correctamente luego de mi retiro?
—No es una información que maneje todavía, señora. Ni siquiera estuve consciente de que usted regresó con anticipación.
—La mayoría del personal se encontraba en el evento, quizá fue por eso.
—Su alteza real sí llegó antes, parecía muy abrumado que se fue a dormir inmediatamente.
—¿Dónde se encuentra él ahora mismo?
—Me temo que no lo he visto en todo el día.
—Tendré que buscarlo—me acerco a la puerta—. Y, Tere, solo tira el vestido, no tiene arreglo.
—Es como si alguien muy cruel lo haya roto.
—Fue exactamente lo que pasó.
Le muestro una sonrisa en lo que ella parece confundida al no comprender con exactitud a qué puedo referirme.
Solo soy capaz de dar unos cuantos pasos fuera de la habitación, cuando me encuentro a Ágatha, luciendo sonriente como si se sintiera victoriosa por algo.
Decido pasarle a la par, ignorándola, pero me detiene con una particular amabilidad.
—Buenos días, Amatista.
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Amatista
Lãng mạnElla, una ladrona buscada por los guardias del reino para ser sentenciada. Él, un príncipe frío y malhumorado al que le buscan esposa por obligación. Para el destino esto solo implica una unión.