Para cuando salí de la tienda, luego de la impresión de haber visto al príncipe entrar de manera sospechosa buscando a Alba, ya era de noche.
No sé por cuánto tiempo me quedé en completo bloqueo por todo lo que pasó.
Aunque la calle no estaba tan solitaria como antes debido a que los rezos habían acabado hace ya horas, lo cierto es que tampoco habían muchas personas.
De hecho, las pocas que caminaban por la calle no me daban buena espina, ya que en sus miradas se notaba cierta curiosidad por lo costoso de mi vestido y el saber qué hacía yo por esos lados.
—¿Qué hace una joven tan fina como tú por este rumbo?—me pregunta un hombre ebrio.
Pienso seguir caminando para apartarme de él, pero me toma del brazo con bastante violencia y me obliga a mirarlo.
—¿No te han enseñado a no dejar a un hombre con la palabra en la boca?
Por defensa propia, empujo el brazo que me tiene sostenido contra su rostro, haciendo que mi codo pegue con fuerza contra su naríz.
—¿No te han enseñado a respetar?—me aparto al dejarlo quejándose del dolor.
Aunque mi hermana no quiera que la encuentre por ahora, lo correcto es que no debo marcharme de Diamond.
Si Ónix Leman tiene influencia en lo que sea que sucede con Alba, tengo que descubrirlo.
Algo en particular de lo que dijo Alba regresa a mi memoria en este momento.
El palacio... Solo allí estarás segura.
Lo cierto es que no me importa mi seguridad, ni siquiera que me ejecuten por acusarme de un asesinato que no cometí. Pero si Ónix le ha hecho algo a mi hermana, recibiré la condena a mucho honor por matarlo.
°°°
—¡¿Qué quieres decir con que se perdió una, Azul?!—se escucha el grito de la reina desde dentro de uno de los salones.
Camino despacio con la intención de no hacer ningún ruido y que no noten que regresé.
Mi apariencia está desastrosa debido al largo y duro camino que tuve que recorrer para volver al palacio.
Me enfrenté a algunos ebrios en la calle.
Tropecé muchas veces por el largo de mi vestido.
E incluso llovió un poco, lo que hizo que eso se mezclara con algo de suciedad y me dejara horrorosa.
—Solo pasó, tía Elle. No tengo idea de en dónde puede estar Amatista.
—Pero si venía conmigo en el carruaje—lo interrumpe Rubí—. Al menos al comienzo.
—Si algo le pasó a esa muchacha por nuestro descuido, tendremos problemas con sus familiares.—vuelve a hablar la reina.
—Pero si es huérfana—se escucha ahora a Cristal—. Oh, tal vez quiso reunirse con sus padres en el más allá.
—¡Cristal!—todos la silencian.
Las voces continúan escuchándose de una manera desordenada debido a que todos hablan, así que decido hacer mi tan inesperada aparición, poniéndome al frente.
Todos quedan callados al verme por mi apariencia, sobre todo Azul, a quien pareciera que se le van a salir los ojos de su rostro.

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Amatista
RomantikElla, una ladrona buscada por los guardias del reino para ser sentenciada. Él, un príncipe frío y malhumorado al que le buscan esposa por obligación. Para el destino esto solo implica una unión.