Encuentro

645 82 8
                                        

Roier

– ¿Puedes creerlo? ¡Y para acabarla de amolar, me descontaron el pedido! – decía, moviendo las manos exageradamente. – ¡Les juro que ese tipo fue tan...!

– Roier, cálmate, estás abrumando a tu abuelo – dijo Quackity, señalando la pantalla.

– Lo siento, abuelito, es que de verdad tengo un coraje atorado – respondí mientras tomaba asiento frente al escritorio.

– Calma, Roier, pero debiste estar más atento, eres un pendejo a veces, mijo – dijo mi abuelo con tono burlón. – En fin, hijo, hoy me toca salir con los amigos del asilo, así que me voy a poner guapo – agregó, algo egocéntrico.

Es cierto que no me gustaba la idea de que mi abuelo fuera al asilo desde hace siete meses, pero las visitas de mis amigos de México eran cada vez menos, y eso me preocupaba un poco.

– ¡Ay, este chamaco! ¡ROIER! – gritó mi abuelo, sacándome de mis pensamientos. – ¿Me escuchaste, pendejo?

Solo sonreí y asentí. – ¿A dónde van a ir, abuelo?

– Pensamos ir a un bar donde bailan danzón o unas buenas cumbias, a ver qué hacemos – dijo, haciendo unos movimientos como si bailara.

– Uy, pues que se la pase a todo dar, señor – intervino Quackity, acercándose a la computadora. – Ojalá su nieto hubiera heredado su lado fiestero y no lo amargado.

– ¡Chamaco pendejo! Ojalá vomites en media peda y te graben, cabrón – regañó mi abuelo a Quackity.

Al principio me daba pena hablar con mi abuelo frente a Quackity; siempre lo hacía cuando él no estaba en casa. Pero bueno, eso fue al principio. Ahora le agradaba que Quackity se llevara bien con él; incluso le creó un perfil de Instagram para que consiguiera novia del asilo, según le había dicho mi abuelo.

– Pero Quackity tiene razón – habló mi abuelo, esta vez con un tono más serio a través de la pantalla. – Roier, hoy vas a salir con él – dijo señalándome. – Y antes de que me salgas con tu tesis y cosas que no entiendo, es una orden.

– Miré a Quackity con odio. Siempre que salíamos, me dejaba solo, además de que no disfrutaba mucho el alcohol ni las fiestas.

– Está bien, abuelo – respondí con pocas ganas, mirando cómo él y Quackity celebraban. Solté una pequeña risa junto con un suspiro.

Había pasado la mayor parte del día terminando algunos pendientes de la universidad. Hoy era mi día de descanso y lo pensaba aprovechar para avanzar en mi tesis, pero gracias a mi abuelo y a Quackity ahora tenía que ir a una fiesta que seguramente acabaría odiando.

– Quackity, apúrate que me quiero terminar de arreglar – dije, tocando la puerta con desesperación.

Quackity salió de una nube de vapor; siempre se bañaba con agua hirviendo. – Todo tuyo, querido – dijo al salir.

Bufé molesto y entré para arreglarme. Cuando salí, lo miré con cierta pena y me atreví a hablar.

– Quacks, sabes que no soy de fiestas. ¿Puedes jurar que no vas a tomar mucho para regresar temprano? – le pedí mientras jugaba nervioso con los dedos. – Además, tú fuiste el que le dijo a mi abuelo de la fiesta – levanté el dedo amenazante, apuntándolo.

– Tranquilo, amigo, no pienso tomar mucho – dijo, poniéndose la chaqueta. – Además, sirve para que conozcas a mi grupo de amigos. Son de lo mejor – agregó, volteando a verme. Yo seguía mirando al suelo.– También quiero presentarte a mi pareja.

Rápidamente lo miré sorprendido. – ¿Desde cuándo tienes novio, wey?

– Llevamos un tiempo saliendo. Hoy vamos a formalizarlo – respondió sentándose a mi lado. – Además, trabaja en el bufet que te comenté. Es una buena oportunidad para ti – dijo, dándome unas palmaditas en la espalda.

Volví a mirar el clóset para elegir otra ropa. Esa noticia era un poco buena, así que tenía que dar una buena impresión, aunque no dejara de ser una fiesta.

Quackity solo rió, y juntos salimos del campus hacia la fiesta.

Cuando llegamos, el olor a alcohol me golpeó en la cara. Lo detestaba. Llegamos al grupo de amigos de Quackity, y él se lanzó a los brazos de quien debía ser su novio.

– Chicos, él es mi amigo Roier, mi compañero de cuarto y futuro abogado también.

– Hi, Roier – dijo un chico fornido de ojos verdes. – Soy Noah, pero mis amigos me llaman Foolish – extendió la mano hacia mí. – So, call me Foolish.

– My name is Jaiden, just Jaiden – se presentó una chica con una curiosa camiseta de FNAF.

– Me gusta mucho tu camiseta, Jaiden – dije, nervioso pero sonriendo apenas.

Jaiden solo rió y dijo, con un tono gracioso – Oh yes, BALLS??? – haciendo que todos soltáramos una carcajada.

– ¿Tina? – pregunté, sorprendido al ver a una chica que trabajaba en la cafetería.

– Oh, hi, Roier, es bueno verte fuera del trabajo – respondió, sonriendo.

Quackity interrumpió: – Luzu, este es mi queridísimo Roier, el amigo del que te hablé, el que también viene de México.

Estaba nervioso, así que solo asentí. – Un gusto conocer a la pareja de mi amigo – dije, estirando la mano.

– El placer es todo mío, Roier. Me enteré de que eres becado y de intercambio. Debes ser muy inteligente y ágil. Seguro tienes un futuro prometedor.

– Espero que sí – respondí, apenado, mirando a Quackity, que hacía gestos. – Aunque bueno, si Quackity te dijo eso, no le hagas caso. Él siempre lame bolas.

Quackity me miró molesto, y Luzu solo se echó a reír. – No te preocupes, Roier, pronto podré confirmarlo por mí mismo – dijo, guiñando un ojo.

– Pero bueno, ¿esto no es una fiesta? – exclamó Quackity, jalando a todos a un lado de la casa para bailar.

¿Qué fue eso? ¿Por qué Luzu me dijo eso? ¿Dije algo mal? ¿Arruiné su oportunidad? Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando Jaiden me jaló para llevarme a la pista. Solo sonreí, amigable.

Para mi sorpresa, estaba disfrutando. Los amigos de Quackity eran muy amables. Foolish era estudiante de arquitectura, y Jaiden también estudiaba abogacía. Yo nunca la había notado porque ella solo tomaba clases en inglés y varias en línea. Ambos estaban en su último año y también estresados con tesis y proyectos finales.

Aún no entendía cómo Quackity los conoció, o cómo conoció a Luzu, pero ambos se veían muy felices.

Jaiden y yo fuimos a una esquina para sentarnos un rato, cuando vi a un tipo llegar en traje.

[¿Pero qué tipo tan estirado y raro?], pensé.

El tipo me miró unos segundos, hizo una mueca de desagrado y se acercó a Luzu para decirle algo. Luego, se marchó de la casa.

¿Qué relación tenía Luzu con ese tipo para que viniera hasta aquí?

Lawyers - Guapoduo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora