Juguemos guapito

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Cellbit

Estaba yendo camino a la casa de Roier para entregar la notificación de la demanda, luego de presentarla y que me la aprobaran después de 15 días de espera. Lo primero que hice fue informarle a Jaiden para que ella se la entregara a Roier, pero por supuesto, se negó. Así que ella fue a entregar la notificación a Mariana y después de una semana, yo fui a entregársela a Roier. Estaba a solo 10 minutos aproximadamente de llegar a casa de Roier, así que mientras manejaba puse un poco de música para controlar mis nervios.

Había decidido no hablar con él más que por nuestros hijos. Gracias al cielo, estos habían entrado en etapa de vacaciones y los encuentros ya no eran tan seguidos.

Una vez frente a su puerta, toqué el timbre, acomodé mi saco y saqué la notificación de la demanda de mi portafolio. Escuché unos pasos que se acercaban y mi corazón empezó a latir con fuerza. Sentí cómo una gota de sudor se iba deslizando por mi frente, así que decidí atarla con una liga que cargaba en mi muñeca.

- Oh, hola Cellbit, ¿vino Richas? - Dijo el pequeño de traje azul mientras abría la puerta y miraba detrás de mí.

- Hola Bobby, no, lo siento, ¿está tu papá? -

- Sí, yo le hablo. - El pequeño cerró la puerta. Cerré mis ojos para tomar un respiro y calmar mis nervios cuando se escuchó un grito. - ¡APA, TE HABLA EL CELLBIT! - Sonreí, pero desapareció rápido cuando escuché la voz de Roier de fondo. La puerta se iba abriendo poco a poco mientras Roier regañaba a Bobby.

- Bobby, ¿cómo vas a gritarme así? Para eso mejor me hubiera gritado él. Orale, que Juana te está esperando. - La puerta se terminó de abrir y así él se dejó ver. Se veía cansado, tenía una gran cantidad de ojeras, su cabello se veía descuidado y parecía que se asomaba una pequeña barba en su bonita y perfilada cara. - Hola, Cellbit.

- Oh, hola, em, ¿cómo estás?

- Bien, gracias. ¿Qué pasa? - Me quedé un poco atónito, estaba distraído. Ni siquiera pensé en cuánto lo podía agotar esto, pero también recordé por qué estaba aquí.

- Toma, es la notificación de la demanda. Mariana nos confirmó que serías su abogado. Esperamos tu respuesta.

- Gracias, Cellbit. ¿No quieres pasar? Así quedamos para que los niños se puedan ver...- Lo interrumpí

- Lo siento, Roier, pero por el momento no creo que sea lo más conveniente. - Lamentaba tanto esto. Hubiera deseado tanto pasar el rato con él, pero si mis colegas nos veían, seguro el chisme correría al día siguiente, suficiente teníamos con la relación de Roier y Jaiden que definitivamente no nos estaba ayudando mucho en los rumores.

- Pero ellos son niños, Cellbit. Yo creo que... - Lo interrumpí de nuevo.

- No es lo más favorable. Por el momento, preferiría que nuestros hijos no se vean, hasta que el juicio pase.

- Pero eso podría durar meses, Cellbit.

- No creo. Tenemos todas las de ganar, a menos que se te ocurra darte por vencido y dejarnos el camino libre. Eso sería más conveniente. - No me arrepentí, pero tampoco me sentía contento.

- No haré eso, Cellbit, es mi amigo. - Su ceño estaba fruncido al paso de la conversación. Su mirada se volvió fría y solo miró al piso mientras pegaba a su pecho la notificación que le acababa de entregar.

- Entonces, por lo tanto, los niños no podrán verse. Es todo por mi parte, Roier. Nos vemos pronto.

Me retiré de la puerta de su casa mientras apresuraba el paso. No le dejé responder, y claro que no lo haría, no quería que después del caso volviéramos a nuestra extraña amistad.

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