¿Adoptaste?

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Cellbit

Han sido unos días increíbles. Volver a Brasil, convivir con mis amigos y mi familia ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Sin embargo, a pesar de estos momentos felices, había algo que pesaba sobre mis hombros. Me sentía estresado y me costaba muchísimo dormir por las noches. La cantidad de café que tomaba había aumentado a por lo menos cinco tazas diarias, y lo peor es que sabía perfectamente quién era la culpable de mi insomnio: mi hermana.

En cada comida —desayuno, almuerzo y cena—, mis padres hablaban de sus planes para la isla, y en todos esos planes, aparecía yo. Y ahí estaba Bagi, siempre metiéndome en cada una de sus frases.

—Cellbit y yo...

No es que no quisiera acompañarla, pero esa isla me había arrebatado mi círculo social. ¿Mudarme allá? Ja, claro, como si eso fuera a pasar. Pero mi hermana estaba más emocionada que nunca, esperando que le diera una respuesta lo antes posible. ¿Cómo podría hacerlo si ni siquiera me dejaba pensar? ¿Cuál era la prisa? Aún no podía visualizarme en esa isla.

—Irmão... —Ahí estaba de nuevo, parada en el marco de la puerta, jugando con su cabello. No sabía cuánto más podría aguantar.

—Eu tinha planejado ir buscar opções de móveis quando formos... —empezó a decir, pero la interrumpí rápidamente.

—Oh, no, ni lo pienses, Bagi. Hoy tengo planes con Felps. —Mentí. La verdad era que Felps me había dicho que estaba hasta el cuello de trabajo y no podría hacer planes.

—Na verdade, eu tenho que ir, então adeus, irmã. —Recogí mis cosas: cartera, celular, las llaves del carro, le di un beso en la mejilla y salí disparado del cuarto antes de que pudiera responder.

Conduje hacia la empresa de Felps. Sabía que mi hermana no se creería mi mentira, ya que ella misma sabía lo ocupado que estaba Felps, pero aún así decidí aparecerme por su oficina. Mientras manejaba, disfrutaba del aire golpeando mi rostro, y me abstuve de llamarlo, ya sabiendo la respuesta: "Tenho muito trabalho, Cellbo. Falo contigo depois quando minha agenda estiver desocupada". No necesitaba otro rechazo.

Tomé los caminos más largos, intentando formular una mentira convincente para cuando llegara a su oficina. Llegué finalmente a su empresa y estacioné el carro algo alejado. Al salir, noté una multitud afuera: cámaras, reporteros... Felps claramente había dado un salto grande con su empresa.

Me acerqué y vi a sus padres y al comité directivo, junto a un hombre albino vestido completamente de blanco y otro de traje negro con un pin de un pato en su solapa. No vi a Felps entre la multitud, así que supuse que entrar sería fácil, ya que todos estaban afuera. Sin embargo, el sonido de un micrófono encendiéndose llamó mi atención, y al mirar vi a mi amigo, con su característico cabello rizado, comenzando a hablar.

—Quiero agradecer a todos por estar aquí. En primer lugar, gracias a nuestros invitados especiales. Sin su apoyo, esto no habría sido posible —decía, haciendo una reverencia hacia los hombres.

Me aburrí rápidamente de su discurso sobre la historia de su empresa, así que decidí entrar al edificio. Saludar al guardia de seguridad fue fácil, estaba tan atento al discurso que ni se dio cuenta de que pasé. Estaba esperando que la puerta se abriera cuando escuché aplausos.

—Nos hacemos aliados de la Federación, dueños de la pequeña isla Quesadilla.

Mierda. Esa maldita isla otra vez.

Entré furioso al edificio. Como esperaba, estaba vacío. Busqué la oficina de Felps y finalmente la encontré. Me aseguré de que no hubiera nadie cerca, entré y me dejé caer en el sillón. Estaba agotado, harto de todo lo relacionado con esa isla. Ni siquiera en mis vacaciones podía encontrar paz.

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