¿De pesca?

140 22 2
                                    

Cellbit

— Pai, pai, hoy toca ir a pescar — me desperté de golpe cuando Richas brincó a la cama y comenzó a agitarme con fuerza. — Pai, despierta.

— ¿Cómo va la resaca, hermano? — dijo Bagi, apoyada en el marco de la puerta, sonriendo.

— Ah, mi cabeza... Sabías, y aún así me llevaste a ese lugar — respondí, mientras me incorporaba lentamente y besaba a Richas en la frente.

— ¿Pai, te sientes mal? Yo... yo creo que podemos cancelar si quieres, aún no es tarde... — lo interrumpí suavemente.

— No, Richas, ve con tu tía Bagi. Déjenme tomar un baño y los alcanzo abajo.

Richas asintió y bajó de la cama para ir con su tía, mientras Bagi lanzaba una pequeña bolsa en mi dirección. Dentro había medicinas y, seguramente, algo para el dolor de cabeza que empezaba a dominarme.

— Te esperamos abajo, irmão — dijo Bagi con una sonrisa traviesa, como si todo esto fuera parte de su plan desde el inicio.

Miré a mi hijo. Su cara reflejaba preocupación, esa inocencia que me hacía querer protegerlo de todo. Le sonreí suavemente, intentando calmar su inquietud.

— Estaré bien, filho. Solo necesito un momento, ¿vale?

Asintió, pero aún podía ver la duda en sus ojos antes de que se despidiera con un breve movimiento de mano y desapareciera por las escaleras.

Me dirigí al baño, y un dolor más fuerte arreció en mi cabeza, pero lo ignoré mientras abría la llave para que se calentara el agua. Me acerqué a la bolsa que Bagi me había dado y saqué una de las pastillas para el dolor de cabeza. No estaba seguro de qué más habría en esa bolsa, pero en ese momento solo quería que el dolor se desvaneciera, al menos lo suficiente como para poder seguir el día sin que Richas notara mi malestar.

Después de tomar la pastilla, toqué el agua para sentir si estaba lista. Cuando estuvo a la temperatura adecuada, me metí en la ducha. El agua tibia comenzó a recorrer mi cuerpo, y al principio, sentí alivio. Pero tan pronto como me relajé, los recuerdos de la noche anterior empezaron a invadir mi mente. Fue como si la calma del agua activara algo en mi cabeza, y sin quererlo, me encontré luchando contra esas imágenes borrosas que surgían una tras otra.

Me tambaleé y tuve que apoyarme en la pared de la ducha. Cerré los ojos con fuerza, esperando que el agua arrastrara no solo la resaca, sino también las sensaciones que empezaban a desestabilizarme.

Roier... ¿por qué tenía que aparecer su nombre en mi mente ahora? El sonido de su voz era claro, las frases cortas que habíamos intercambiado la noche anterior repetían como un eco, pero no lograba darle sentido.

No cambia lo que pasó ni lo que somos ahora.

Solo... quédate tranquilo. Estoy aquí contigo.

Yo también te amo.

Me quedé paralizado por un momento. ¿Eso lo había dicho él? ¿O fui yo quien pronunció esas palabras? Las imágenes de Roier se mezclaban con el agua que caía sobre mí, haciéndome sentir más confuso. Me apoyé más fuerte contra la pared, tratando de separar los hechos de las emociones.

Le había marcado a Roier anoche. Lo recordaba ahora, Algo en mí cedió, y antes de darme cuenta, tenía el teléfono en la mano. No sabía qué había esperado al llamarlo; quizá escuchar su voz, saber que seguía ahí, que en algún lugar del caos que había sido mi vida, él todavía existía como una constante.

Pero, ¿qué pasó después? Solo fragmentos sueltos venían a mí. Un sonido bajo, como un susurro, la manera en que dijo mi nombre, la manera en que yo pronuncié el suyo. ¿Había sentido alivio o desesperación en su tono? No lograba recordarlo con claridad. Todo estaba distorsionado.

Lawyers - Guapoduo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora