Traicion

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Roier

- ¿Me estas desafiando?

- Te estoy desafiando, si logras hacer un taco en 1 hora, te doy mil pesos

Habían pasado dos semanas desde que Mariana y Foolish terminaron, y Mariana no había salido de mi casa desde entonces. Su excusa era que su casa le parecía demasiado solitaria y que le recordaba constantemente a Foolish. Al principio, accedí a que se quedara, pero con la condición de que, cuando Jaiden regresara de su viaje, tendría que volver a su propia casa. Sin embargo, ese acuerdo no duró mucho. Foolish y Vegetta estaban trabajando juntos en la nueva casa de Mariana, y cada vez que se encontraban, las discusiones no tardaban en estallar.

Mientras tanto, en cuanto a Spreen... bueno, nuestras salidas no volvieron a ser como la primera vez. Solo nos veíamos en los pocos ratos libres que tenía en el trabajo, pero ambos evitábamos hablar de dar un siguiente paso en nuestra relación. El "noviazgo" era una palabra que, solo de pensarla, me daba escalofríos. Jaiden no aprobaba del todo nuestra relación, y Bobby, aunque sabía quién era Spreen, tampoco estaba muy entusiasmado con la idea. Había intentado invitarlo a salir con nosotros en varias ocasiones, pero Bobby siempre se excusaba diciendo que estaba cansado, aun si acababa de despertar.

—¿Entonces planeas tardar más de un mes? —le pregunté a Jaiden mientras hablaba con ella por teléfono durante mi descanso en el trabajo.

—Yes, sorry Roier, but the trial is taking longer than expected —su voz sonaba cansada a través del teléfono—. I really miss Bobby. ¿How is he?

—Ya sabes, jugando, comiendo tierra... lo típico de los niños —respondí con una sonrisa.

—I'm happy to hear that. I need to go, Roier. Contact me if anything happens, okay?

—Claro, Jaiden, no te preocupes. Bye.

Colgué y suspiré. A diferencia de Jaiden, a mí aún no me asignaban casos fuera de la isla. No me molestaba, pero supongo que mis superiores temían que, al salir, podría decidir no regresar. Así que, por ahora, lo único que tenía era esta pequeña oficina. No me quejaba, después de todo, el trabajo era tranquilo y me permitía estar cerca de Bobby.

Al final del día, me dirigí a casa de Missa para recoger a Bobby, quien había estado cuidando de él. Al llegar, lo encontré profundamente dormido en el sofá de la sala. Missa me contó que había insistido en quedarse despierto para esperarme, pero el sueño terminó venciéndolo. Sonreí al verlo, su pequeño rostro relajado mientras dormía. Lo cargué en brazos, con cuidado de no despertarlo, y me despedí de Missa antes de salir. Al llegar a casa, lo subí a mi habitación. Bobby tenía su propia habitación, pero esa noche quería que durmiera conmigo. Había pasado tanto tiempo sin poder estar con él que quería compensarlo de alguna forma.

A la mañana siguiente, los tres estábamos desayunando: Mariana, Bobby y yo. Había algo aburrido en la comida últimamente. La mayoría de lo que teníamos eran comidas congeladas o cosas que me recordaban a mis tiempos de estudiante en la universidad. Decidí que ese día haría tacos para el almuerzo. Revisé mi lista de ingredientes y me di cuenta de que me faltaba el tomatillo, esencial para la salsa. Mi abuelo siempre decía que una buena salsa verde era el alma de cualquier taco, y no pensaba hacer unos tacos mediocres. Así que tenía que encontrar esos tomatillos a como diera lugar.

Comencé mi búsqueda por la isla. Fui de supermercado en supermercado, e incluso pasé por casa de Missa para ver si él tenía alguno. Nada. Parecía que el tomatillo había desaparecido de la faz de la Tierra, o al menos de la isla Quesadilla. Pero yo no me iba a dar por vencido. No, señor. Encontraría esos tomatillos, aunque me tomara todo el día.

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