¿Un beso?

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Roier

—¿A quién le llamas, Quackatas? —pregunté con una sonrisa juguetona, mirando a mi amigo mientras jugaba con el borde de mi gorro de graduación.

—A Luzu, la ceremonia está a punto de comenzar —respondió, colocando nuevamente el celular en su oído.

Solo negué con la cabeza, divertido, y dirigí mi atención hacia el podio donde ya estaban el director y los demás profesores. Estaba a punto de sentarme cuando el sonido del micrófono encendiéndose resonó por todo el auditorio.

—Querido alumnado graduado, estamos aquí para celebrar lo que con tanto esfuerzo han logrado —comenzó el director. Asentí con una mezcla de emoción y orgullo; este era, sin duda, uno de los días más importantes de mi vida.

La ceremonia transcurrió de forma un tanto monótona. No pude evitar compararla con mis graduaciones en México, donde siempre había un espectáculo durante el intermedio. Aquí, solo nos dieron un pequeño receso antes de comenzar la entrega de diplomas.

—Pato —dijo el novio de mi amigo.

—¡Luzu! —respondió Quackity, corriendo hacia sus brazos—. ¿Dónde estabas?

—Perdóname, cielo, invité a Cellbit, pero no sé dónde se ha metido. No ha contestado mis llamadas —dijo Luzu, con un dejo de angustia en su voz.

—¿Cellbit va a venir? —pregunté, un poco sorprendido. Es cierto que las cosas entre nosotros habían mejorado después de aquella entrevista, y hasta había mostrado preocupación porque no aceptara el trabajo. Pero después de eso, no lo había vuelto a ver.

—Sí, Roier. Espero que no te moleste —respondió Luzu, algo apenado.

—Oh, no, para nada. Entre más, mejor, ¿no? —dije con una sonrisa, intentando aliviar la tensión en el aire. Pero en mi mente, me cuestionaba: Si Luzu lo invitó, ¿por qué aún no llega? ¿Me equivoqué al pensar que todo estaba bien entre nosotros?

Mi reflexión fue interrumpida cuando nuestros amigos llegaron acompañados de Foolish.

—¡No mames, aquí falta el ambiente mexicano, me cae! —dijo Aldo, con una risa sarcástica.

—This isn't normal in Mexico? —preguntó Foolish, mientras masticaba una galleta de la mesa de bocadillos.

—No, normalmente siempre hacen un show de medio tiempo, con danzas típicas o algo tradicional —explicó Mariana, sosteniendo un pequeño cupcake en sus manos.

Presenté a mis amigos con Luzu, ya que aún no lo conocían. Nos enfrascamos en una conversación sobre las costumbres de cada uno en sus respectivos países, pero pronto nos pidieron volver a nuestros asientos para continuar con la ceremonia.

Comenzaron a repartir los diplomas y, por fin, mencionaron el nombre de mi amigo:

—¡Quackity Alexis Maldonado! —Quackity me puso la mano en el hombro antes de levantarse, y cuando llegó al frente, todos miramos hacia él. Sin pensarlo, comenzamos a hacer un escándalo. Sacamos los sartenes y las cucharas de madera que habíamos traído escondidos y empezamos a hacer el mayor ruido posible.

—¡Vamos, Quackity! —gritó Aldo.

—¡ESE ES MI PATO! —exclamó Luzu, riendo, aunque acababa de enterarse de esta costumbre. Me pareció increíble que se hubiera integrado tan rápido y apoyara a Quackity de esa manera.

—¡PURO PINCHE QUACKITY, Y NO MAMADAS, CABRONES! —gritó Rivers desde su asiento, agitando su cuchara como si fuera una batuta.

—¡VAMOS LIC! —grité yo, provocando una carcajada en todo el auditorio.

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