T R E I N T A Y S I E T E

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Roronoa Zoro

Miro a Yune de reojo, no sentí un terremoto, sentí como un volcán de ira al ver como actuó con ese estúpido ángel, no puede seguir comportándose así.

—¿Inmigrantes ilegales? —pregunta Pagaya, sí, quizás olvidamos mencionarlo—

—Él dijo que nos perdonaba esta vez —dice Yune, esos idiotas siguen teniendo corazones en los ojos—. ¿Verdad, jefecito?

—S-s… ¡No, el dios Enel no perdonará esto!

—¿Inmigrantes ilegales? ¿Qué es eso? —mira a los ángeles, Yune está molesta—

—¿Realmente lo son? —vuelve a preguntar Pagaya, lo somos—

—No busquen escapar ni crear excusas —saca unas fotografías nuestras—. Tenemos las fotos del dial de visión tomadas por Amazon en la puerta del cielo cuando entraron

—¡No puede ser, es absurdo! Sargento McKinley, ¿no es alguna equivocación? No parece que sean malas personas —excusa Pagaya, miró a Yune de reojo, es cierto que no ha cubierto su rostro—

—¿Cómo que inmigrantes ilegales? —cuestiona el cocinero de mierda, estoy molesto—

—Creo que pidieron mil millones de extoles por persona para entrar y nosotros no pagamos esa cuota —contesta Robin, no pagamos porque no teníamos dinero—

—Aún así, no tiene sentido, esa señora dijo que podíamos pasar —agrega Usopp, eso es cierto—

—Eso dijo —Chopper alza su brazo—

—No tenemos fotografía alguna de usted, señorita —informa el sargento, Yune sonríe—

Yune está haciéndolo de nuevo, eso que hace para conseguir las provisiones, está utilizándose para salvarnos.

—Entonces, sargento, ¿no puede perdonar a mis amigos? —pregunta Yune en un tono coqueto, él tiembla—. Somos una tripulación pobre, pero no queremos hacer daño

—Como dije, usted no tiene problemas, señorita, mientras tanto, ustedes… Es inútil, no queremos escuchar más excusas, mejor aceptenlo —ordena el sargento, Yune resopla—. Pero tranquilos, no deben sentirse impacientes, la inmigración ilegal es considerada un castigo divino de bajo nivel, si ustedes aceptan el castigo… Podrán quedarse en este lugar como turistas

—Bien, ya lo oyeron, nos van a castigar —Yune se acerca nuevamente a nosotros, esa mujer… Ya le quitaron el castigo—. No pienso abandonarlos, idiotas, todos pasaremos por ese castigo

—¿Y por qué no empezaron por ahí? No cambia que sea incómodo, pero díganos cuál es el castigo —pide el cocinero, odio mucho a esa estúpida espadachina—

—Es bastante sencillo, deben pagar diez veces la tarifa de entrada, si lo pagan en este momento… Los liberaremos del castigo sin ninguna represalia —afirma el sargento, Yune muerde su dedo pulgar—. Por persona son diez mil millones, y son ocho, en total son ochenta mil millones de extoles

—No tenemos ni diez mil berries —mordisquea su dedo, se va a lastimar—

—¿Ochenta mil millones de extoles? —pregunta Usopp preocupado, no tenemos dinero—. Oiga, dígame algo, ¿a cuánto equivalen los extoles en berries?

—¿Berries? La moneda del Mar Azul, siendo exactos, diez mil extoles equivalen a un berrie —informa el sargento, no tenemos dinero—. ¿Viene con ellos, señorita?

—Sí, ¿y qué? Ustedes me perdonaron —responde Yune, el sargento suspira—. ¿O no, sargento McKinley?

—Sí —suspira enamorado, Yune lo golpea—

Let There Be Love || Zoro Roronoa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora