E L I N F R A M U N D O

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Su dolor es tan absoluto que cada grito ahogado es una cadena perpetua, y cada latido es un recordatorio cruel de una eternidad sin escape…

Narración omnisciente

Monkey D. Yune, la feliz niña que nació en Villa Foosha rodeada de una madre que no la quería y un abuelo que le daría su vida con tal de verla sonreír.

Un padre que prometió tantas cosas que jamás cumplió y una vida llena de espinas que no dejaban de doler.

Aquella niña llena de energía, tan risueña y feliz, había quedado en el olvido, sus lágrimas tiñeron todo su pasado y su corazón se oscureció tanto que perdió su humanidad.

Sabo había muerto frente a los ojos de Yune, su descubrimiento sobre el haki del emperador hizo que Garp no volviera a llevarla a Villa Foosha con tal de entrenar aquel poder implacable que tenía su nieta.

Yune regresaba cansada a Mary Geoise para poder continuar con su deshumanización, lo que no sabía es que Vegapunk estaba creando un artefacto para someterla por completo.

—Ya llegué, Hitaru —suelta Yune lanzando su saco al sofá—

—Mira estos, ¿no son lindos? Siempre quise diseñar vestidos así —suspira Hitaru viendo una revista—

—No me gustan los vestidos —suelta la menor de tan solo diez años—. No son lo mío

—Me encantaría diseñarlos y quisiera que usted los use, Hiroko-sei… Todos mis modelos serían exclusivamente para usted —sonríe Hitaru, la ojimiel suspira—

—Puedes hacerlos, pediré que traigan telas y todo lo que necesites… Usaré cada prenda que pase por tu cabeza si eso me asegura que no borrarás tu tonta sonrisa —suelta Yune algo seca, Hitaru la abraza efusivamente—

—¡Muchas gracias, Hiroko-sei! ¡Prometo sonreír siempre! —exclama la muchacha contenta—. Tengo muchos modelos ya dibujados, estaré contenta de poder vestirla

Y así fue como Hitaru se dedicó a crear todos sus diseños a la medida de Yune, la menor estaba algo incómoda al saber que tenía que usar vestidos, pero importaba mucho más la felicidad de su mucama… De su mejor amiga.

—Definitivamente son hermosos —suelta Yune mirándose en el espejo—. Te quedó bien, Hitaru

—Muchas gracias, Hiroko-sei

—Me gustaría ser igual de buena que tú en algo… —suspira la menor—

—¿Y por qué no lo serías? Digo, yo no me he entrenado como usted, pero sé que es capaz de ser fuerte, señorita —sonríe Hitaru acomodando unos libros—. Es la niña que más se pasa estudiando y entrenando, ¿por qué no confía en sí misma? Le prometo que usted es suficiente

—¿Suficiente? —cuestiona Yune, Hitaru asiente—

—Es fuerte, linda, amable, buena, sabe tomar decisiones y es realmente buena en su trabajo —sonríe Hitaru, Yune hace una mueca—. Es más que suficiente, usted… Realmente es grandiosa, Hiroko-sei

—No lo soy

—¡Claro que lo es! Ha salvado a los esclavos muchas veces sabiendo que su padre podría castigarla por ello y mire todas las medallas de conmemoración que tiene, no alcanzan las paredes para colgar todas —sonríe Hitaru, Yune suspira—. Es más que suficiente y quién no quiera darse cuenta de ello… Es un imbécil

—La boca —gruñe Yune, no le gustaba que Hitaru use malas palabras—. Las señoritas no dicen malas palabras, padre te castigará

Hitaru negó divertida, ella amaba expresar lo que sentía y no dudaba en soltar alguna que otra grosería con tal de dejar ir su furia.

Let There Be Love || Zoro Roronoa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora