Rescate.

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—Vamos a salir, estás castigado, muchacho. Desde tu bromita con Dudley, tienes prohibido salir. ¿Entendido? —dijo Tío Vernon, dirigiéndose a Harry, que se encontraba sentado en su cama con la espalda recargada a la pared, mirando la ventana sin prestar mucha atención a su tío, quien, de gala y con campanita, cerró la habitación de Harry de un portazo.

El chico se incorporó y miró con resentimiento la puerta, hasta que un golpe al buró cercano rompió el silencio. Solo pensaba una cosa: ese verano había visto morir a Cedric, había sido recluido en la casa de sus tíos y nadie de sus amigos se había comunicado con él. A menudo espiaba desde la ventana de la cocina a Tío Vernon mientras veía las noticias, con la esperanza de que algo que informaran pudiera darle pistas sobre lo que ocurría en su mundo.

Recibía el Profeta todos los días, pero nada de lo que se escribía allí le ayudaba a resolver las tantas preguntas que rondaban su cabeza. Sabía que Voldemort había vuelto, lo había enfrentado en el cementerio esa fatídica noche, y había visto a sus padres distraerlo para darle una oportunidad de vivir. Y ahora lo expulsaban de Hogwarts, y quizá uno de estos días vendría gente del Ministerio a destruirle su varita.

Tenía en mente mil ideas para persuadirlos. Incluso pensó que, si les explicaba las cosas al Ministerio y comprobaban que dos dementores habían escapado de Azkaban y llegaron justamente a Little Whinging, tal vez anularan los cargos en su contra. Pero también pensó en huir. Se veía tentado a buscar a Sirius y esconderse con él. Seguramente a su padrino le agradaría su compañía, y disfrutaría del cariño y comprensión que tenía para darle, siendo un fugitivo de la ley, como él.

Un segundo golpe se escuchó y algo cayó al suelo, lo que provocó el ululeo de una asustada y majestuosa lechuza blanca como la nieve, que parecía aburrirse en su jaula.

—Lo siento, Hedwig —le dijo el chico a su ave y se apresuró a levantar la foto que estaba en el piso, con cierta culpa y tristeza. No era otra que la foto de sus padres. Lily y James Potter bailaban al son del viento otoñal que impregnaba la fotografía que Harry tanto apreciaba. Sus caras felices le daban a Harry cierta esperanza, pero también una profunda tristeza debido a los problemas que tenía y a lo abandonado que se sentía, lejos de su mundo.

Abrió la ventana y dejó salir a Hedwig, que, con un suave picoteo, pareció agradecerle la oportunidad de salir a cazar. Dejó la ventana abierta y se tumbó en su cama para dormir; era lo único que hacía ese verano. Cerró los ojos y, de nuevo, una oscuridad lo consumió todo. El mismo cementerio de siempre, las mismas dos figuras, el mismo joven que las encaraba, el mismo hechizo y el mismo resultado: la cara de Cedric Diggory, sin expresión, tumbada en el suelo.

Un ruido despertó a Harry. Se levantó de un salto de su cama, preparó la varita para quien quiera que subiera las escaleras y escuchó unas voces acercándose a su habitación.

—Qué ordenados estos muggles. Te digo que no es normal —la voz de una chica llegó a los oídos de Harry, que aguardaba frente a la puerta la irrupción de los invasores.

—Nymphadora, por favor —decía otra voz, que Harry reconoció al instante—. Aquí está, abre la puerta, Ojoloco.

Harry esperó ahora más tranquilo, y detrás del marco, vio el ojo azul mágico de aquel viejo y famoso auror que le traía tan malos recuerdos, y a su par, una chica bastante curiosa y atractiva, de cabello violeta, que miraba a Harry con admiración.

—Recoge tus maletas, Potter —ordenó Ojoloco Moody, con su voz áspera que infundía profundo respeto—. Nos vamos de aquí.

Harry no preguntó y, de inmediato, empezó a recoger sus cosas.

—Yo le ayudo —dijo la chica, alzando la mano ansiosa, aunque tropezó mientras se dirigía a la cama con el buró donde estaba la jaula de Hedwig.

—Ups —expresó, reincorporándose—. Lo siento, Harry, soy algo torpe. —Luego levantó la mirada y se quedó embelesada con el desastre de la habitación de Harry, y comentó para sí misma—. Esto sí que es normal.

Harry Potter y la Orden del Fénix. 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora