Adios Quiddicht.

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La lluvia había cubierto el colegio durante toda la noche, y los truenos retumbaban en cada pasillo de Hogwarts, haciendo vibrar los antiguos muros con ecos inquietantes. Harry, ansioso, aguardaba la edición de El Quisquilloso que saldría a la mañana siguiente. Se había instalado junto a una de las ventanillas de la sala común, observando la ventana empañada por el agua y el paisaje apenas visible más allá. El Bosque Prohibido no era más que una mancha oscura, una silueta siniestra bajo la noche tormentosa, y la única luz que rompía la penumbra provenía de los relámpagos que rasgaban el cielo sobre el valle de Hogwarts, iluminando por un instante los contornos del castillo y dejando tras de sí el sonido ominoso de los truenos.

—Ya esta lista.

Hermione había redactado una nota lo suficientemente enigmática como para despertar la curiosidad en todas las casas. En la madrugada, bajo el manto protector de la capa de invisibilidad y guiados por el Mapa del Merodeador, lograron esquivar con habilidad a los miembros de la Brigada Inquisitorial en su recorrido furtivo hacia el ala de Astronomía. Allí, al pie de las escaleras en espiral, bajo la vigilancia de la imponente águila de plata de Ravenclaw, pegaron la nota con sumo cuidado, asegurándose de que quedara bien visible. Los pasillos estaban en penumbras, y solo el débil parpadeo de las antorchas arrojaba una luz inquietante sobre el pergamino, que parecía latir con un misterio propio. Cualquier estudiante que lo encontrara no podría resistirse a leerlo, atraído por las promesas de algo capaz de desafiar las normas de su mundo, algo que amenazaba con sacudir todo aquello que daban por cierto:

"Para los leales, los valientes, los de mente y alma astuta,
en El Quisquilloso, la verdad espera, profunda y absoluta.
No dejes que otros te la revelen, busca el saber por ti mismo;
pues al abrir sus páginas, encontrarás el misterio en su abismo."

Luego, descendieron hasta las cocinas para dejar la carta destinada a los tejones de Hufflepuff, y finalmente se dirigieron a las mazmorras, donde hicieron lo propio para los Slytherin.

—Listo —dijo Hermione con satisfacción, dirigiéndose a su amigo—. Harry… —añadió, observándolo con detenimiento mientras acomodaba algunos mechones que le caían sobre la frente—. Debo cortarte el cabello.
Harry asintió con una sonrisa divertida, y juntos regresaron al ala sur, cruzaron el retrato de la Señora Gorda y se despidieron, subiendo por sus respectivas escaleras.

Al amanecer, Harry se vistió con su uniforme y suéter, se colocó la túnica y bajó a la sala común, donde Ron y Hermione ya lo aguardaban, intercambiando miradas de expectación. Los tres se dirigieron al Gran Comedor, el sonido de sus pasos resonaba en los pasillos vacíos de Hogwarts. La lluvia seguía cayendo con fuerza, y al llegar al patio del viaducto, Hermione, con un sencillo movimiento de varita, creó un escudo sobre sus cabezas, como un paraguas incorpóreo que los protegía de la lluvia torrencial. Este resguardo les permitía caminar juntos, mientras el agua se deslizaba a su alrededor, formando charcos que reflejaban el gris del cielo en los adoquines. Las gotas que caían con fuerza producían un murmullo constante, y el aire fresco traía consigo un aroma a tierra mojada, que llenaba sus pulmones con cada paso que daban hacia el Gran Comedor.

Al entrar en el vestíbulo de recepción, la gran insignia de Hogwarts les dio la bienvenida con su brillo familiar. Pasaron junto a los relojes de arena que marcaban el puntaje de cada casa; el suave tintineo de las piedras preciosas cayendo mantenía el ritmo de la competencia entre Gryffindor, Slytherin, Hufflepuff y Ravenclaw. Al cruzar las puertas del Gran Comedor, el murmullo habitual fue reemplazado por un silencio inquietante. Los estudiantes leían El Quisquilloso con expresiones que oscilaban entre el asombro, la incredulidad y la ansiedad, lanzando miradas furtivas hacia Harry como si esperaran alguna señal suya, alguna respuesta que solo él pudiera dar. Incluso los profesores hojeaban el periódico con sorpresa. La exclusiva del tan menospreciado Quisquilloso había causado un impacto sin precedentes, captando la atención de todos de una manera nunca vista en el mundo mágico.

Harry Potter y la Orden del Fénix. 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora