Grawp.

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Ron estaba tan pálido que, cuando salió de su dormitorio y se topó con Nick Casi Decapitado, que observaba taciturno el ambiente que se había formado para el partido más importante de Gryffindor en la temporada —el partido que decidiría si serían campeones ese año o no—, el fantasma, con la elegancia y solemnidad que caracterizaban a su alma, le dijo:

—Muchacho, luces casi tan mal como yo.

El panorama era sombrío. Sin su buscador estrella ni sus dos bateadores, Gryffindor se enfrentaría a unos Ravenclaw que habían sido feroces en sus enfrentamientos contra Hufflepuff y Slytherin. En cambio, Gryffindor había vencido apenas a Slytherin en el primer partido y, en el segundo, Ginny Weasley les había salvado de una derrota escandalosa contra Hufflepuff al atrapar la Snitch, ganándole la partida a Summerby. No obstante, el equipo entero estaba en ascuas.

Angelina Johnson, la capitana, iba de un lado a otro de la sala común, no solo dando indicaciones con voz firme sino también animando a Alicia Spinnet, quien retomaba su papel en el trío de cazadoras junto a Katie Bell. Los reemplazos de Fred y George eran Jimmy Peakes, un chico de contextura robusta que ya había jugado contra Hufflepuff en lugar de George, y Richie Coote, un muchacho delgado y de apariencia frágil, pero con una precisión admirable al lanzar. La voz de Angelina resonaba en toda la sala común:

—¡Vamos, chicos, concentración!

El grito encendió a todos los presentes, que comenzaron a corear y a lanzar gritos de aliento, agitando banderas y bufandas escarlatas y doradas. Los vítores retumbaban en las paredes, llenando el espacio de una energía contagiosa.

Cuando Angelina se acercó a Ron y vio su pálida expresión, trató de animarlo, dándole algunas palabras de aliento y una palmada en la espalda. Ron solo asintió débilmente y continuó su camino hacia sus dos amigos, Harry y Hermione, que le esperaban para ir a desayunar. Pero aquel día, por primera vez en mucho tiempo, parecía que Ron Weasley no tenía ni una pizca de apetito.

Harry observó a su amigo con preocupación. Para animarlo, le dio algunos golpecitos en la espalda, pero el gesto no pareció surtir efecto. Mientras tanto, Ginny conversaba con Dean a un lado de la sala. Harry sintió una punzada de celos al verlos tan cercanos y no pudo evitar agradecer internamente cuando Angelina, al ver a Ginny, la tomó de los hombros y comenzó a darle instrucciones, haciendo que el moreno se alejara. Sin duda, pensó el chico, Angelina era la capitana ideal para un equipo que había pasado por tantas dificultades en la temporada.

Después de un rato, Ginny se unió al grupo, y Hermione propuso que fueran de una vez al Gran Comedor para desayunar. Los cuatro bajaron juntos y, al llegar al Gran Comedor, fueron recibidos con la ya familiar canción de los Slytherin, entonada a todo pulmón:

¡Weasley nos hará campeonar!

La mesa de Slytherin era un alboroto, con Pansy Parkinson a la cabeza, mientras los demás murmuraban comentarios burlones sobre Ron: "Mira a Weasley, se ve pésimo", "Es malísimo", "Apestas, Ron". Ginny, al notar cómo afectaban estos comentarios a su hermano, le susurró con suavidad:

—No les hagas caso, Ron.

Ron solo asintió, sin responder, y se sentó con expresión de abatimiento. Mientras tanto, Hermione lanzó una mirada de satisfacción hacia la mesa de Ravenclaw, donde Marietta Edgecombe intentaba ocultarse tras una bandana, aún con la vergüenza de la palabra "soplona" que Hermione le había dejado como recordatorio permanente en su frente. La castaña giró entonces hacia Ginny y, en un tono casual pero motivador, le susurró:

—Tu rival —refiriéndose a Cho Chang, quien acababa de entrar al Gran Comedor con su característico porte sereno y el cabello cayendo en una cascada de oscuro brillo. Cho caminaba con una tranquilidad que parecía inquebrantable, atrayendo miradas y susurros mientras se unía a la mesa de Ravenclaw.

Harry Potter y la Orden del Fénix. 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora