La pesadilla

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Hemlock, decidido a llevar a cabo sus planes, ordenó a sus sirvientes que comenzaran a prepararla para la boda. A pesar de la resistencia de Anika, los sirvientes la rodearon, ayudándola a vestirse, limpiarse y peinarse según las expectativas del joven. Cada gesto, cada acción, estaba diseñada para someterla a su voluntad.

Mientras Anika luchaba contra las manos que la preparaban contra su voluntad, Hemlock, observando la escena con una satisfacción retorcida, ordenó lo siguiente a través de su comunicador: —Comiencen la sesión de tortura al líder clon.

 La expresión de Anika cambió de desafío a preocupación al escuchar la amenaza implícita en las palabras de Hemlock.

—Si no cooperas, tu querido clon sufrirá más de lo que puedas imaginar. —Amenazó, dejando claro que la tortura de Hunter dependería de su colaboración.

La elección se presentó ante ella de manera brutal: ceder o ver sufrir a Hunter. A regañadientes, Anika se vio forzada a aceptar, sabiendo que su resistencia solo conduciría al sufrimiento de aquel a quien quería proteger.

Hemlock sonrió maliciosamente al ver que sus amenazas surtían efecto. La atmósfera se llenó de una tensión opresiva mientras Anika se veía atrapada en un juego de poder manipulador, con la angustia de Hunter como moneda de cambio. En el oscuro rincón de la oficina de Hemlock, la lucha por la libertad se volvía cada vez más desafiante y desgarradora.

Hemlock, satisfecho con el control que había ejercido sobre Anika, le informó que se encargaría de avisar a sus familiares sobre el inminente matrimonio. Con un gesto de autosuficiencia, abandonó la habitación, dejando a Anika sola y sin ninguna opción aparente de escapar de la situación impuesta. Ella se encontraba en un estado de angustia, destrozada por la perspectiva de un matrimonio forzado y preocupada por el bienestar de Hunter. 

Mientras tanto, Hemlock se dirigía a la sala de tortura, decidido a continuar provocando a Hunter con respecto al destino de Anika. Al llegar a la sala, Hemlock observó con satisfacción la reacción de Hunter, quien estaba atado a aquella plancha metálica vertical y claramente preocupado por lo que podría estar sucediendo con Anika. Hemlock, disfrutando del juego de poder, se acercó a Hunter con una sonrisa burlona.

—Tu querida Anika será la esposa perfecta, Hunter. Estoy seguro de que disfrutarás del espectáculo. —Provocó Hemlock, disfrutando de la incomodidad de Hunter.

Hunter por el contrario, ni siquiera le dirigía la mirada. Estaba molesto, preocupado, pero no quería hacer nada para caer en las provocaciones de ese sujeto, mucho menos si estas podían llegar a recaer sobre Anika, pero Hemlock continuaría provocándolo hasta ver una reacción en él.

—Es solo cuestión de tiempo, Hunter. Pronto Anika será mía, y no hay nada que puedas hacer al respecto.

Hunter apretó los dientes y los puños con furia contenida.

Hemlock rió, como si disfrutara del tormento que causaba en la mente de Hunter. —¿De qué sirve tu resistencia, soldado clon? Ella está destinada a ser mía, y no hay escape. Pronto verás cómo todo tu esfuerzo y valentía se desvanecen ante mi voluntad.

Hunter, aunque enfadado, decidió no darle el gusto de una reacción exagerada. Mantuvo la mirada fija en Hemlock y respondió con determinación: —Si dañas un solo cabello de su cabeza, juro que no habrá lugar donde puedas esconderte.

El científico solo esbozó una maliciosa sonrisa antes de salir de ahí y decir: —Torturenlo. 

Hunter solo cerró los ojos con fuerza antes de que los droides se acercaran con sus artefactos de electrocución en su dirección.

The Bad Batch, Amor mercenarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora