Reencuentro y besos sabor café

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Aquella mañana en el tranquilo hogar de Phee en alto Pabu, el suave murmullo de los primeros rayos de sol se filtraron por las cortinas. La morena abrió lentamente los ojos estirándose en su cama, y recordó que día era.

—Es hoy... —Murmuró suavemente, con una sonrisa dibujándose en sus labios.

El Bad Batch había partido hace un mes en una misión para adquirir ciertas medicinas y artículos imposibles de conseguir en la isla, y ese era el día de su regreso. 

Estaba emocionada, ansiosa, impaciente. 

Un mes despertando sin un beso en la mañana. 

Un mes yendo a dormir sin sentir su calor en su lado de la cama.

Un mes sin esos apasionados besos, abrazos y caricias que compartían en cuanto los niños se quedaban dormidos.

Pero por fin eso terminaría hoy.

Tomando fuerzas por la emoción contenida, se levantó de la cama haciendo a un lado las sábanas que la habían cubierto por la noche y en cuanto colocó los pies en el suelo se dirigió directamente a la habitación de sus pequeños.

Mac y Tonya. Un niño de un año y seis meses y una bebe de cinco meses, sus mas preciadas maravillas, nada de lo que había llevado a la isla antes se comparaba con esos humanitos que llevaban su rostro y el de la persona que amaba.

—Buenos dias Mac, Tony, papá vuelve hoy. —Les hablo ella suavemente en cuanto entró. Sabía que no le responderían, no todavía, pero desde el día uno que los tuvo en sus brazos ella les hablaba como si de personas comunes se tratasen.

—¿Pa...pá? —Balbuceó Mac, somnoliento, llevándose una manita al rostro.

—Si, Papá. —Ella esbozó una enorme sonrisa. 

Mientras el aroma del desayuno llenaba la cocina, Phee se apresuraba a preparar a sus pequeños, para el día que tenían por delante.

Con habilidad y ternura, Phee bañó a los bebés y los vistió con cuidado, asegurándose de que estuvieran cómodos y abrigados para el clima fresco de la mañana. 

Mientras los pequeños jugaban entre risas en su cuna, limpios y arreglados, Phee se ocupaba de empacar algunas cosas esenciales en una mochila, anticipando las necesidades de sus hijos durante el día.

Teniendo todo listo, los cargó en sus brazos y se apresuró a caminar hacia la planicie de alto Pabu, justo donde la nave aterrizaría.


Al llegar, se encontró con las otras esposas y madres junto a sus hijos; Anika, Robbie, Jojo y Gigi. Y a Omega, por supuesto. Todas cargaban a sus bebés, Fives e Ethan, hijos de Robbie y Anika ya podían sostenerse solos, por lo que sus manitas se aferraban a las manos de sus madres. Omega cargaba a la pequeña Rose, la cual todavía dormía. 

Las mujeres se abrazaron emocionadas al verse después de un mes de separación. Las palabras de alegría y alivio fluían entre ellas mientras compartían sus ansiedades y anhelos por reencontrarse con sus esposos.

—¡Qué alegría verte de nuevo, Phee! —Exclamó Gigi, con una amplia sonrisa en el rostro. —Ha sido un mes tan largo sin ellos.

—Lo sé, Gi. Estaba contando los días para que regresaran. —Respondió Phee, asintiendo con entusiasmo. —No puedo esperar más.

Anika se unió a la conversación. —Estoy segura de que ellos están tan ansiosos como nosotras. —Dijo con una sonrisa reconfortante.

Jojo, con sus gemelas en brazos, asintió emocionada. —Sí, Crosshair también ha estado contando los minutos para estar de vuelta en casa con nosotros, ayer charlamos mucho a través del holograma. —Compartió. —No puedo esperar para ver su rostro cuando vea a las niñas, crecen tan rápido.

The Bad Batch, Amor mercenarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora