Mi dulce Echo

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Robbie en su versión mujer de Pabu

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Robbie en su versión mujer de Pabu.

Después de haberse asegurado que los niños estuvieran cómodamente dormidos, Robbie se retiró hacia su habitación a prepararse para un momento de relajación bien merecido. Mientras se despojaba suavemente de las tensiones del día, el sonido calmante del agua corriendo en el baño llenaba la habitación con una atmósfera reconfortante.

Mientras tanto, Echo se encontraba ocupado en el baño desatornillando con cuidado su brazo mecánico y liberándose gradualmente de la armadura que lo mantenía alerta durante el día, la pelirroja llegó justo a tiempo y lo sorprendió repentinamente con un: —Déjame ayudarte querido. —Ella tomó con firmeza el desatornillador y continuó con la acción hasta ayudarlo a despojarse del brazo. 

—¿Estas segura que es necesario quitármelo para nuestra ducha? Son piezas inoxidables, no me afecta en lo absoluto. —Le preguntó él, mientras ella comenzaba a des-ensamblarle la pierna derecha.

—Ya te lo he dicho, Echo, tus piezas se tornan demasiado frías. —Le respondió la pelirroja. 

—Bueno, no voy a contradecirte. —Él sonrió ligeramente, observando como su amorosa esposa le brindaba apoyo. 

En cuanto le quitó las dos piernas, Echo se deslizó hacia el interior de la bañera suavemente, el agua y la espuma lo recubrían hasta el pecho, soltando un suspiro largo, cantado y relajado, se llevó la mano izquierda hacia la nuca. —Justamente esto es lo que necesitaba.

—Oye, no lo disfrutes sin mi. —Le dijo la pelirroja, en tono de broma mientras comenzaba a quitarse la ropa.

Se despojó de sus collares, brazaletes, cinturón, prendas, hasta quedar totalmente libre de ellas. Con naturalidad, se unió a Echo sumergiéndose en la bañera, el cual la esperaba con una sonrisa boba.

—¿Disfrutando el espectáculo? 

—Cada segundo. 

Ella lo sorprendió, tomando su rostro con ambas manos y depositando un húmedo beso en su boca. Al separarse ligeramente solo pudieron sentir su respiración, Robbie trató de apartarse un poco, pero Echo frustró su plan, con la mano izquierda le tomó el mentón y la acercó a él, atrapando completamente su boca en un beso francés. Ella rodeó su cuello con ambos brazos, dejándose llevar, hasta que apartó ligeramente su boca para decir: —Echo, querido, no quieres hacer a otro niño aquí ¿O si?

El sonrió y susurró. —Me es inevitable. 

—Vamos, ya tendremos tiempo para eso. —Ella le respondió, mientras tomaba una infusión natural y comenzaba a frotarla en la piel de Echo. —Esto te ayudará a relajarte, y a desintoxicarte de todo ese metal que siempre cargas.

En definitiva, aunque limitado, Echo se sentía mucho más ligero cuando se quitaba toda la estructura metálica, que aunque le brindaba movilidad, no dejaba de resultarle pesada, aunque ya estaba acostumbrado. 

La pelirroja frotaba vigorosamente la infusión en los hombros, pectorales y abdomen de su esposo. 

—Hace unos años, cuando te conocí... si alguien me hubiese dicho que esa hermosa Jedi pelirroja un día estaría frotándome una infusión natural de plantas en una bañera, lo habría llamado loco. —Confesó Echo, mientras la miraba con un profundo amor y agradecimiento.

No podía parar de observarla, con sus cabellos mojados y la piel húmeda. Ella le dedicó una mirada tierna, acompañada de una ligera sonrisa ladina.

—No me tientes, Echo. 

—Aunque lo haga, tu tienes el control, Robb. Estoy indefenso ante ti sin mi brazo y mis piernas. —Le dijo él, dedicándole una mirada intensa.

Ella, soltando un bufido lo recostó ligeramente, permitiendo que la espalda de su marido reposara completamente en la pared transversal de la bañera, comenzó a masajear y a acariciar cada parte de su cuerpo. Pecho, pectorales, brazo, abdomen. El cerró los ojos disfrutando del contacto y de las sensaciones que su esposa le provocaba.

Repentinamente, ella comenzó a llenar su rostro de pequeños besos, el comenzó a reír ante el cosquilleo y su gesto.

—Pensé que no querías que te provocara...

—Si, no quiero, pero verte así... no puedo evitarlo, Echo. —Ella lo miró, un tanto tímida con una sonrisa tierna. Cuando adoraba esa parte de ella.

—Vamos querida, hemos hecho esto tantas veces. No me digas que aún te pones nerviosa. —El clon colocó la mano en su mejilla.

Robbie soltó una risita para después dejarse llevar, se abrazó a Echo, fundiéndose con él en un beso, lento, húmedo, apasionado, a su degustar, delicioso. Podía sentir la lengua de su marido entrando a su boca, causando que la abriera todavía más, su mano acariciando suave y gentilmente su espalda mojada y desnuda. Su grave voz emitiendo largos suspiros de satisfacción. 

Echo simplemente la volvía loca.

La temperatura del agua comenzó a subir, y sus latidos a incrementar de velocidad.

No había vuelta atrás para ambos, era hora de hacer a su tercer hijo, si, en la bañera.

Con amor y pasión, se dejaron llevar en una vorágine de placer en ese amor que sentían el uno por el otro.

Nota de la autora: Es por eso que entre Robbie y Echo podía ser posible re-poblar todo Pabu. Bromita, se aman tanto que no pueden evitar hacer niños cada que tienen la oportunidad. Amo tanto a Echo que por eso decidí darle una familia extensa en este fic, espero disfruten cada fragmento sobre sus vidas como hombres casados, a todos los lectores, los amo muchoooo. <3

The Bad Batch, Amor mercenarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora