🖕 ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔗𝔯𝔢𝔰 🖕

167 34 1
                                    


" Park YaZaelly, dos añitos de joder la vida de Park YajaTzaelly "

— Yo voy a preparar el almuerzo mientras tú limpias...

— Gatito, gatito, no. La última vez que intentaste cocinar quemaste la cocina entera.

— Pero...

— Mejor ve a limpiar el segundo piso, ¿sí? Yo me hago cargo del almuerzo luego de limpiar.

Zael hizo un mohín de ceño fruncido, porque sentía que YajaTzael estaba exagerando con eso de que había quemado la cocina cuando intentó cocinar algo y, claramente, fue así, pero ése no era el caso, el caso era que todos merecían una segunda oportunidad, aunque ya fuera la tercera vez en ese mes que quemaba la cocina.

— Pero no me hables así, ¿sí?

— Ven aquí, gatito.

YajaTzael lo tomó de la mano y sonriendo lo acercó para poder darle un fuerte abrazo porque lo amaba, porque era tierno y precioso. Le regaló un beso en la frente para que no se sintiera mal de ser un desastre con patas o por ser una persona torpe o más torpe que persona.

— Te voy a preparar tu comida favorita, bebé.

— Todo lo que es comida es mi favorita.

— Por eso lo digo.

— Está bien, pero le haces una limonada a los chicos, es que deben estar cansados de tanto podar y regar el jardín, Hyungie.

Él asintió, abrazando a su gatito miró por la ventana lo supuestamente cansado que estaban su chaparrito bonito y el bueno para nada de YoonGi. Ese par solo estaba jugando con las mangueras y lo peor es que no recordaba en dónde había dejado a YaZaelly.

— Bueno. Ve al segundo piso a limpiar, gatito.

— Está bien.

— Anda.

Antes que nada, acunó la hermosa carita de Zael para darle unos buenos besos en los labios, después le dio una buena nalgada que más bien lo dejó con ganas, así que decidió esfumar esos pecaminosos pensamientos limpiando la mesita ratonera y dejando que ese gatito se fuera al segundo piso.

— Es que tiene un culo.

Tal vez sí se quedó ido viendo ese gordo trasero, el cual tenía la suerte de asegurar, informar, jurar y perjurar que era solo suyo, que él era el único dueño, amo y señor de tremendo monumento que se hacía llamar Min Zael. Satán lo amaba demasiado como para darle a tremendo gatito.

— Satán, que Dios te tenga en la santa gloria, amén.

Luego de pedir un buen lugar en el cielo para Lucifer, ese demonio incomprendido, dejó caer el trapeador para ir a la cocina, directo al refrigerador, coger dos botellas de limonadas artificiales para llevárselas a ese par, porque si ellos no hacían bien su trabajo, él no les haría una limonada.

— Lastimosamente, YoonGi es inmune al veneno para ratas, ese maldito.

Refunfuñando se encaminó hacia afuera de la casa, miró de mala gana cómo de bonito JiMin le sonreía a ese chico color de muerto, aunque después suspiró de alivio al ver que YaZaelly estaba jugando con el lodo. Sintiéndose asqueado caminó hacia ese trío porque debía dejar las cosas claras.

— Papi, ya podamos el jardín, mira.

— Mi chaparrito, siempre tan lindo.

Como premio le dio a JiMin una botella de limonada, luego le tendió la otra a YoonGi, pero en vista de que éste se tardó en aceptarla, al final se arrepintió y decidió abrirla para tomársela él, ganándose así un golpe en el hombro de parte de ese inútil e inservible chico.

— Como sea, enano, ve a darte una ducha ya, no te vayas a resfriar.

— Sí, papi.

JiMin le dejó un beso en la mejilla antes de irse al otro patio para entrar por la puerta trasera y así no ensuciar la sala. YoonGi entonces le arrebató la botella para terminarse de beber la limonada ante la sed que tenía luego de hacer tanto y a la vez nada.

A veces uno se cansaba de no hacer nada.

— ¿Y yo qué hago ahora?

— Ay, lo siento, es que eres tan insignificante para mí que ni siquiera te había notado.

— Estúpido.

De mala gana miró a YoonGi por unos segundos, luego le sacó el dedo y ya después se fue hacia en donde YaZaelly estaba para llevárselo y darle un baño. Lo agarró de la camisita y, como era costumbre, se lo llevó como si fuera un saco de papas, un bolso o un trato viejo, porque no tenía paciencia para ser cuidadoso.

— Ve a bañarte porque me vas a ayudar con el almuerzo.

— No. La última vez me pinchaste el trasero con el cuchillo.

— Ni aguantas nada.

—¡Me hiciste agarrar la olla sin guantes!

— ¡Que el de la olla fuiste tú, hijo de puta!

— ¡Pero porque me enterraste el cuchillo!

— Esas son injurias y calumnias a mi persona, estúpido.

— Ay, jódete.
















𝔐𝔯. 𝔇𝔢𝔪𝔬𝔫𝔦𝔬 (Pɑrk YɑjɑTzɑel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora