🖕 ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔇𝔦𝔢𝔠𝔦𝔫𝔲𝔢𝔳𝔢 🖕

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" Park YaZaelly, quince añitos de joder la vida de Park YajaTzaelly "


YaZaelly soltó un jadeo, estaba un poco cansado porque esa bolsa negra puesta en su cabeza no lo dejaba respirar bien y estaba un poco caliente el lugar en donde lo habían dejado esos tipos. Todo estaba en silencio, pero su oído estaba muy en alerta y muy a la defensiva, activado el poder de supervivencia que el ser vivo tenía ante una situación de peligro como esa.

En medio del silencio y de la oscuridad; con los dedos estaba rozando el nudo que tenía la soga con la que tenía amarrada las muñecas, para poder saber qué tipo de nudo era y entonces buscar deshacerse de él de cualquier forma. Estaba un poco asustado y era algo que no iba a negar, sin embargo, sabía que su papá ya lo debía estar buscando por mar y tierra, y que no tardaría mucho en encontrarlo.

— ¿Y este quién es?

— Es hijo de Park YajaTzael.

— ¿El director del hospital central?

— Ese mismo. Ese tipo está podrido en dinero, así que ya te imaginarás cuánto daría por su hijo.

— Pues, no esperen a que dé mucho. Ese tipo es más tacaño que la palabra misma.

Había soltado ese comentario sin miedo al éxito, porque no solo había heredado de YajaTzael su excelente y atractivo físico, sino también su lado hocicón, boca suelta, lengua larga mete cuento y esa maldita maña que tenía de andar hablando lo que no debía de hablar sin importar qué tragedias le trajera. Solamente no podía mantenerse callado por mucho tiempo porque ya la andaba cagando en la entrada o en la salida, pero cagándola al final.

Nada se hurtaba, todo se heredaba.

— Así que el niño se cree muy inteligente.

— No me creo, soy. ¿Sabes cuántas medallas de honor he ganado, mierda?

Gracias a su psicología inversa, la cual aplicó sabiendo que esos tipos no tendrían la paciencia para lidiar con él, es que la bolsa de basura se le fue retirada de la cabeza y eso le dio la maravillosa oportunidad de ver el lugar en donde lo habían llevado. También le había dado la espantosa oportunidad de ver a sus secuestradores, quien estaban bien feos con esas caras de drogos y de personas en tiempos de hambre, pero él no era nadie para andar juzgando el físico de los demás, ya que entendía que no todos podían nacer así de guapos como él.

— Eres muy boca suelta, ¿no te lo habían dicho?

— Si me pagaran por cada vez que escucho eso, ya sería millonario... Espera. cierto, ya soy millonario - Sonrió — Por cierto, ¿qué verga con este lugar, eh? Parece la casa del perro. ¿Es tu casa?

— ¿Qué te pasa, mocoso estúpido?

— Te acepto lo estúpido, pero lo mocoso jamás.

Suspirando como si realmente lo sintiera es que acabó desviando la vista hacia los pósteres de mujeres semidesnudas que estaban en una de las paredes de ese mugre lugar. Eso lo hizo sonreír, porque al menos tendría con qué distraerse estando ahí y aunque no le quedaría más que fantasear lo que podría hacer, la vista estaría más que buena y entretenida.

— Hey, mírame, debemos...

— ¿Para qué quieres que te mire? ¿No te has dado cuenta de lo feo que eres?

— Pero...

— Pero no te preocupes por eso. Ser feo tiene sus ventajas, pero como soy guapo, no sé cuáles sean.

Uno de sus secuestradores miró al otro y cansado de sus comentarios, alzó el puño para dejarle bien en claro la posición en la que ahora se encontraba y como ya sabía en qué posición se encontraba, acabó levantando el pie para que fuera la suela de su bota de cuero con punta de hierro, la que recibiera ese puño en su máximo esplendor. Segundos después esos aullidos de dolor se dejaron escuchar de parte de ese tipejo que había tenido la mala suerte de haber secuestrado al hijo de la persona que podría convertirse en el mismísimo Lucifer si se lo proponía.

— ¡¿A caso quieres que te mate, maldito niño?!

— Sí, sí. Como sea, da igual, ¿a quién le importa?

— ¡Te voy a matar!

— Pero que no sean puras promesas, porque a mí esas vergas no me gustan.

El tipo entonces quiso en serio golpearlo hasta callarlo de por vida y es algo que habría hecho si no hubiera sido porque él le estrelló esa punta de hierro en la entrepierna, pero con mucha fuerza, para que así cerrara el hocico de una maldita vez. Evidentemente, el otro estúpido quiso atacarlo por creerse bien verga, pero como no se creía, sino que era bien verga, entonces le estrelló el pie en la nariz, hasta dejársela rota y sin vida.

— Uno queriendo estar en modo son de paz y ustedes no queriendo cooperar. La verdad es que así no se puede trabajar — Renegó — Malditos hijos de su setenta mil puta madre, ahora ya me dieron ganas de golpear a medio mundo y todo por culpa de ustedes.

— ¡En mis tiempos, los niños se quedaban quietos y callados!

— Sí. Caray, ya ni me digas. Son cosas que indignan.

Negando se cruzó de brazos, le dio la razón a ese par en absolutamente todo y terminó suspirando porque podía sentir la indignación que sentían por los tiempos antiguos. Después levantó la vista para fijarse en ellos e inocente sonreírles hasta mostrar sus bonitas muelas de vampiro incomprendido, y ya más tarde es que se levantó de la silla, agarró el bate que estaba sobre la mesa y entonces comenzó a golpear primero a uno.

— ¡¿Qué hago?! ¡¿Lo mato?!

— ¡Mata a este animal!

El otro idiota sacó su pistola en busca de cumplir con la orden de su jefe, y disparó en su dirección como para exterminarlo, sin embargo, él logró hacer un movimiento tan rápido que ese tipo no supo en qué momento se movió, hasta que miró que la bala la había recibido su jefe. Cuando quiso volver a disparar, él empujó la mesa contra ese tipejo y se lo llevó a rastras a la pared, en donde lo dejó bien pegado antes de subirse a la mesa y desbaratarle la manzana de Adán con la punta de su bota.

— Ay, qué pena. Bueno, se les quiso.
























𝔐𝔯. 𝔇𝔢𝔪𝔬𝔫𝔦𝔬 (Pɑrk YɑjɑTzɑel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora