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Kirishima Eijiro un chico alfa, alto, musculoso, pelirrojo a veces usaba una bandana blanca en la cabeza y acomodaba su cabello en formas de pico o a veces lo llevaba caído. Era seguido por muchos omegas ya que su personalidad tan amable los enamoraba, pero él tenía los ojos puestos en un omega.

Ese omega era Izuku Midoriya, un chico más bajo que él, ojos esmeralda, su rostro lleno de pecas, cabello verde alborotado y esos anteojos que lo hacían hacer único y tierno. No muchos se le acercaban por su vestimenta, lo apodaban nerd por usar ropa de cuadros, pero eso a Kirishima no le importaba, realmente se sentía atraído por él.

Cuando lo veía tenía la necesidad de querer cuidarlo.

No le hablaba por pena, ya que Izuku jamás hablaba con nadie. Rara la vez hablaba con su amigo Todoroki, otro omega que tenía mucha fama entre los alfas, ya que al ser un hijo de padres millonarios, además de tener un rostro muy hermoso que no les importaba la cicatriz en su cara.

Izuku tampoco se quedaba atrás, su madre se había casado con Toshinori Yagi. Era dueño de empresas muy famosas, pero nadie se le acercaba por su fama de nerd.

Kirishima observaba a Izuku desde lejos, siempre lo seguía con la mirada, pero se odiaba así mismo por no acercarse a él y poder entablar una conversación.

En ninguna de sus clases lo veía, solo cuando este entrenaba en el equipo de fútbol. Regularmente a esas horas Izuku salía a regar las plantas que había en el huerto, eso era lo que amaba de él. En todos sus entrenamientos era regañado por su profesor porque siempre se encontraba distraído.

Otra hora en la que lo podía ver era en el descanso, sabía que Izuku iría a la biblioteca de la universidad a sentarse a leer libros; eso lo descubrió porque una vez su mejor amigo Bakugou lo mandó a la biblioteca por un libro que había olvidado, ese día agradeció ir. Desde aquella vez se iba a hacer menso mientras se sentaba a unas cuantas mesas a "leer" un libro, cosa que no, porque solo miraba de reojo al omega.

A veces pensaba que estaba siendo un acosador, pero por más que quería acercarse a él nunca podía. Así que solo lo observaba.

Hasta que un día ocurrió algo que jamás pensó.

Era uno de los días en que estaba mirando al omega en el biblioteca, notó que Izuku lo miró y cuando sintió su mirada casi se puso el libro en su cara mientras se ruborizaba y cerraba los ojos. Así se quedó hasta que bajo el libro para volver a mirar al omega y para su suerte. Izuku estaba delante de él.

—¿Tienes algo que decirme?—levantó la ceja mientras lo miraba.

Kirishima sonrió tanta vergüenza, no sabía que responder.

—He notado que siempre vienes a la misma hora que yo—se acomodó los lentes—se me hace extraño que solo nosotros estemos en la biblioteca ahorita.

—E-es solo que...—sus labios temblaban y su mente estaba en blanco. Casi sentía como su alma se le salía.

—Adivino—interrumpió al alfa—tampoco tienes tiempo en el transcurso de la mañana, es por eso que vienes a estas horas—concluyó muy animado.

Y Kirishima sintió un alivio, el omega lo había salvado.

—Sí, es eso. Perdón si mi presencia te incomodaba—cerró el libro y lo puso sobre la mesa.

—No pasa nada, me da gusto que no soy el único aquí—abrazó el libro que tenía entre sus manos—un gusto, soy Izuku Midoriya.

—Lo sé—sonrió.

—¿Sabías mi nombre?—lo miró extrañado.

Entonces el alfa se dió cuenta del error que estaba cometiendo.

—D-digo no—empezó a tartamudear y el omega solo lo miraba confundido—es que, en la hoja del registro, vi tu nombre—dijo finalmente.

—Es cierto, jamás me percaté de eso.

—Eijiro Kirishima—extendió su mano.

Izuku hizo lo mismo que el alfa y este al sentir el rose entre sus manos sintió su piel erizar. Ambos se saludaron, Izuku sonría y al hacer eso cerraba los ojos, acto que Kirishima hizo ruborizar. Jamás había visto una sonrisa tan hermosa y pura.

Después de aquella vez, inicio una linda amistad. Ahora si podía hablar con el chico que le gustaba y estar cerca de él. Amaba pasar tiempo con él.

Hasta en sus clases se la pasaba por las nubes, cosa que su mejor amigo notó.

—Últimamente suspiras mucho—lo fulminó con la mirada.

No hubo respuesta por parte del pelirrojo, seguía estando en su nube.

—¡Pelos de incendio te hablo!—lo sacudió para que lo mirara.

—Perdóname, ¿de qué me hablabas?

El rubio lo miró por unos segundos y negó.

—Da igual. Olvídalo—chasqueo la lengua.

El rubio se giró para prestar atención en sus clases, mientras que el pelirrojo miró hacia la ventana y a lo lejos notó una cabellera verde que reconoció al instante.

Se encontraba charlando con una castaña, ambos reían y el alfa sintió un poco de celos. No era tanto por la chica, si no porque esa sonrisa podía llegar a enamorar a cualquiera.

Estaba decidido a luchar por el amor del omega.

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Segunda Oportunidad Al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora