NANONChimon se sienta detrás de mi en las gradas, y me pone nervioso.
Ya hemos terminado con las vueltas a la cancha, pero algunos de nuestros compañeros no.
Me alejé justamente para evitarlo, pero ha venido.
—¿No crees que Ohm merece poder mostrar todo lo que sabe hacer? —me pregunta y yo lo miro.
Sí, lo creo.
—Alguien con sus capacidades no debería quedarse en este lugar.
No entiendo bien a donde quiere llegar.
—Siempre he sido ambicioso, y tengo muchos sueños —me cuenta ahora sentándose a mi lado— y sé que él los tiene también, pero tú estás cambiándolo.
—¿Qué?
—Nosotros nunca habíamos peleado antes —dice soltando un suspiro.
—¿Pelearon?
—Nanon, tú no me agradas y yo no tengo que explicarte la razón.
Lo sé, no está diciéndome algo nuevo.
Quiero disculparme siempre, no sé que es lo que le hice.
—Voy a pedirte un favor —agrega y yo lo miro confundido.
—¿A mí?
—Vamos a irnos a vivir a Europa, y tiene que venir Ohm.
Tengo esa sensación de todo cayéndose a mi alrededor.
—Dile que es una buena idea —me dice desviando la mirada— no quiero que me odie por querer algo bueno para mi vida, y no puedo irme solo.
—Lo sé —susurro agachando mi cabeza.
—Será bueno para él también, irá a una buena universidad, las puertas del mundo se le van a abrir, ¿crees que busco hacerle daño?
—No.
—Yo no sé que ocurre entre ustedes, y no me interesa saber, pero quiero tener de vuelta a mi hermano y voy a odiarte a ti, si él me odia a mí.
—Voy a decirle lo que pienso —respondo despacio— es una gran oportunidad para él.
Su rostro gira a mi izquierda y no entiendo que ve, hasta que siento la mano de Jimmy jalándome.
—¿Cuánto traes? —me pregunta buscando en mis bolsillos y yo me quito asustado.
Huele fuerte a alcohol.
Cuando toma es alguien diferente, empezó a hacerlo antes de irse de casa.
Era muy pequeño para eso, abandonó la secundaria y es obvio que nunca va a terminarla.
—No tengo dinero, basta.
—No me mientas, Nanon.
Miro a Chimon con vergüenza, seguramente va a decirle a todos que tengo un hermano así y no quiero.
Me preocupo por lo que los demás van a pensar, porque yo sé que no es una mala persona.
—¿Te sirven mil baths? —le pregunta y Jimmy me suelta acercándose a él.
—No tienes que darle —le digo yo y voltea golpeándome fuerte en la cara.
—Cállate, idiota —suelta mirándome con rabia— tu amiguito quiere hacerte el favor.
—Voy a darte cinco mil, ya déjalo en paz —le dice Chimon estirando su mano con los billetes.
—Gracias, qué lindo eres —le responde con una sonrisa y me mira otra vez a mí— nos vemos en casa, hermanito.
Apenas nos deja solos, decido hablar.
—Voy a pagarte, lo siento —le digo haciendo una reverencia y él suspira.
—No tienes que hacerlo.