✨️Nanon.✨️
Acomodo despacio el gorro que Jimmy me ha comprado, mirándome al espejo.
Nunca creí ser particularmente guapo, pero sé que ahora, es todavía peor.
Se me ha caído el cabello, he bajado de peso, puedo ver mis ojeras marcadas, mis labios rajándose y lo seca que se ve mi piel.
Mi buen humor cae cada que me toca entrar a quimioterapia.
Ohm está esforzándose mucho, mi mamá ya sabe lo que ocurre y quiere cuidarme todo el tiempo.
Los doctores acá siempre están animándome y Jimmy está todo el tiempo conmigo haciéndome reír.
Converso bastante con Chimon, incluso he salido con Bow al parque el fin de semana.
Lo aprecio realmente, pero no estoy bien.
Comer es una tortura, me duele el cuerpo todo el tiempo, las naúseas son insoportables, y estoy cansado.
Volteo, porque Ohm abre la puerta, y levanta uno de los pañitos que trae en la mano derecha.
—¿Listo?
Tengo una cita a las 3, estoy tratando de arreglarme, pero no creo que exista la manera de no verme enfermo.
Asiento y se acerca, estirando la mano a mi rostro.
Limpia despacio la comisura de mis labios y bajo la mirada, porque me avergüenza.
No existe en el mundo una persona en la que confíe más que en Ohm, duermo a su lado todos los días, me siento cómodo compartiéndole todo lo que tengo en la cabeza.
Sin embargo, no puedo evitarlo.
Está viendo lo que yo veo en el espejo, y es parte de lo que quería evitar.
—Lo siento —digo al verlo concentrado y él sube la mirada a mis ojos.
—¿Por qué, mi amor?
Porque no quiero que me vea apagándome.
Porque ya no me siento capaz de hacer algo más que dormir.
Porque no me gusta verlo desperdiciando su tiempo conmigo.
Porque creo que me voy a morir.
Muevo la cabeza negativamente con un nudo en la garganta.
Mis ojos se abren, porque siento sus labios atrapando los míos.
Los presiona despacio y suspira, ladeando la cabeza.
Me apoyo en la pared, con el corazón acelerado.
Yo sé que me ama, lo dice todo el tiempo, pero no creo que le siga resultando atractivo.
—¿Todavía te gusto? —le pregunto bajito.
Sus dedos pasan despacio por mi cuello, y se acerca a mí.
—Mucho, eres precioso.
—No me mientas.
—Yo no miento —insiste acariciando mis mejillas con sus pulgares— me encantas.
