✨️Chimon.✨️
Jimmy parece un mono descubriendo la civilización.
Creo que le cuesta hasta leer, y no tiene el mínimo conocimiento de lo que es la etiqueta en la mesa.
—Esa copa no es para ese vino —le aviso al ver que va a tocarla.
Su mano se estira a la otra y niego despacio con la cabeza.
—No.
Suspira nervioso mirando los tenedores, y yo soy una buena persona, así que le explico.
—Para la ensalada, para el pescado, para la carne, para el postre —digo señalándolos— cuchillo para el pan, para la sopa, para el pescado, para la carne.
Va a tocar el pan, así que niego de nuevo con la cabeza y hace un puchero.
Es guapo, es literalmente su única virtud.
—No hasta que traigan el primer plato.
—¿Cuántos platos son? —me pregunta bajando la voz y sé que es porque el lugar está intimidándolo.
—No te apoyes así en la mesa.
—Ya no voy a moverme —responde apoyándose en su silla— voy a quedarme quieto acá hasta que termines.
Me río negando con la cabeza.
—Eso sería maleducado, eres un adulto.
Relaja sus hombros y me mira, haciendo otro puchero.
—Odio seguir reglas, solo quería comer contigo —dice soltando un suspiro— es que mi hermano no está trabajando y mi madre no cocina ya.
¿Qué?
—¿Cuántos años tienes?
—¿Yo? —pregunta señalándose y asiento— 28.
—¿Y no te da vergüenza?
—Es que...
—Silencio, parásito —digo levantando una mano y me mira asustado— ¿Cómo es que sigues pidiéndole dinero a tu hermano?
—Es que —vuelve a intentar decir y muevo mis dedos porque no estoy dándole el permiso de hablar.
—¿Cómo puedes mirarte al espejo y continuar con tu vida siendo consciente de que eres esto? —le cuestiono señalándolo y pongo mi dedo sobre mi boca para que se siga callando— creía yo que no había algo peor que ser pobre, pero tú estás demostrándome que se puede ser incluso más miserable.
—Tengo una vida difícil —intenta justificarse y yo me río.
—No me conmueven tus razones, porque no te debo una empatía que no tienes ni por tu propio hermano.
Estoy enojado, porque me está obligando a defender a Nanon y a mí ni me agrada.
—¿Y qué quieres que haga? —me pregunta resoplando— tienes razón, esto soy, ¿y?
—Si estás resignado a ser despreciable, al menos no le arruines la vida al resto.
Me detengo porque veo que baja la mirada y suspiro.
—Si te interesa intentarlo, me sirve un asistente.
—¿Qué? —pregunta interesado.
—Odio el olor a alcohol barato y no soporto el cigarro.
