Capitulo 35: Trayendo Mi Gente.

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Escupió sangre. Me señaló y apretó el puño.

—¡Me encargaré de quitarte las uñas!

—Adelante, veamos si se atreve, aunque es un cobarde. Solo sabe insultar y denigrar a la mujer.

—¡También te arrancaré esa lengua! Yo mismo voy a destruir a tu familia y a tí. Tus días de gloria se acabaron.

—Sin miedo, yo también haré lo mismo.

El Barón Trust se limpio con la manga y toco la puerta.

—Tengo muchos aliados, me hes facil. Cuídate la espalda.

Terminado eso, se retiró. No quite la mirada hasta que su sombra desapareció. Levanté mis manos y vi mis uñas, tenían gotas de sangre.

Apreté los puños y me di la vuelta, decidida a una cosa. Llame a una sirvienta.

—Le dice a las señorita Lucrecia que se encargué de Su Alteza, debo de tratar cosas urgentes.

Dicho eso me fuí rápido a mi oficina. Me senté y empecé a escribir una carta a mis padres. Terminada, agarré un sello que me pertenecía por ser la Niñera Imperial, sellé la carta y salí rápido a la oficina de correos.

Toqué y me abrieron la puerta. Uno de los encargados al verme me saludo de cabeza.

—Lady Nivea, ¿desea enviar una carta?

La entregué y al verla y ver el sello sus ojos se abrieron con sorpresa.

—¿Quién es el receptor?

—El Ducado Ivor.

***

Mansión Ivor.

En la habitación de la pareja Ducal, se encontraban Bastián y Zafiro en su encuentro matutino.

Bastián estaba sentado y encima tenía a Zafiro, a quien recorría a besos su piel desnuda. Desde el cuello hasta su dorso de la mano. Volvió a subir y le mordió el labio inferior.

Ambos jugaron con sus labios y cambiaron de posición, con Bastián encima de ella. Se abrazaron mientras se besaban con desesperación. Parecían dos amantes que luego de dos años de estar separados se encontraban.

Pero la verdad ellos siempre hacían el amor todos los días, en la noche y en la mañana. Se entregaban con todo. Su historia de amor era admirable...

Zafiro se apoyo de sus hombros, mientras él se acomodaba mejor para unirse en un abrazo de lujuria.

Afuera de la habitación. El mayordomo estaba verificando todo de los sirvientes, mientras que Tristán se encontraba en su oficina.

El mayordomo estaba en la sala cuando tocaron la puerta. La abrió y se encontró un jóven que bajaba de un bello caballo perchon.

Al verlo lo reconoció como mensajero Imperial por su vestimenta dorada. El mensajero corrió y le entrego la carta.

—Fue enviada por la Niñera Imperial, directo a Sus Gracias.

—¡Lady Nivea! ¡¿Necesita a los Duques urgente?!

Dijo estás palabras al ver el sello en la misma. Iba hacia adentro de nuevo cuando vio al mensajero.

—¿Espera respuesta?

—Si.

—Pase —le mostró la entrada—. Y esperé adentro.

—¿Pero el caballo?

—¡Chicos, cuidad el caballo de este joven!

Le gritó a unos sirvientes y estos asintieron. El mensajero entró y quedó boquiabierto con la belleza de la mansión.

Me Convertí En La Niñera Del Príncipe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora