Me Convertí En La Niñera Del Príncipe.

Capitulo 46: Un Día Agitado.

Zafiro abrazó a Bastián y besó su mejilla, recostó la mitad de su rostro en el hombro de él. Bastián la abrazó fuerte.

—¿Sabés quién fué? —le preguntó con la voz baja.

—Hay una sospechosa...

—¿Una mujer? ¿No fué el Barón Trust?

Zafiro se asombró; Bastián acarició su espalda.

—No, él Barón Trust no está involucrado...

Zafiro asintió, se separó de Bastián y se levantó de la cama.

—Voy a visitar a mi hija, quiero saber cómo está.

Bastián asintió. Zafiro salió de su habitación. Mientras bajaba las escaleras, sintió la mirada de Briels.

Ambos se miraron con odio absoluto.

***
Mansión del Conde Lancie.

Magda llegó pálida, respirando agitada, temía que la habían seguido. Mientras abría la puerta de su casa temblando. Una mano la giró.

—¿Qué haces aquí?

Magda se paralizó por la presencia de Dudboa. Está mostró el periódico y se lo arrojó. Agarró los hombros de Magda y la confrontó.

—¿Acaso quieres qué te destruya? Caíste bajo, señorita Magda. Se está metiendo con uno de los Ducados.

—¡¿Y quién te hace pensar que fuí yo?! —Magda tembló.

Dudboa negó con molestia y soltó sus hombros. Se giró y caminó de regreso a su carruaje. Se subió y antes de cerrar la puerta la fulminó con la mirada.

—Te conozco bien... Vas a caer.

Dudboa cerró la puerta y el carruaje arrancó. Magda cayó de rodillas, se llevó una mano al pecho, intentado calmarse.

"¡¿Me descubrieron ya?! ¡Su Majestad me va a quitar la cabeza!".

—¡No!

Magda se dió una bofetada ella misma, con eso recuperó un poco la razón. Se levantó y entró.

"Debo de seguir atacando... Solo fue el inicio".

***
Palacio Angelical.

—¿Y cómo va tu relación con Su Majestad?

—Pues... estamos cada día más cerca.

Dije sintiendo mis mejillas arder al recordar como me mordió. Lucrecia me miró pícara y se relajó en la silla.

—¿Y Lord Kael, qué pasa con él?

—Pfff —Lucrecia movió la mano e hizo un puchero—, normal pues, te dije que él no siente nada.

Entre cerré los ojos y la señalé.

—Mentira, mira arriba —dije apuntando la ventana.

—¿Para?

—La oficina de Su Majestad está ahí, mira.

Lucrecia hizo una mueca pero igual miro, su rostro se volvió rojo hasta su cuello.

Sonreí victoriosa. También miré pero me encontré con los ojos rubí y una bella sonrisa.

"Ay".

—Nivea... Me saludó —dijo moviendo una mano a la dirección de Kael.

—Le gustas Lucrecia, eres bella y se llevan bien...

—No empezamos bien.

—El amor no siempre empieza con un magnífico encuentro, en el momento que parezca menos indicado, dónde se pueda dar una discusión, esa persona llega.