Capítulo 56: Enemigos.

71 3 1
                                    

Palacio Angelical.

Estaba en la habitación de Sair, porque le estaba curando la espalda. Las heridas estaban cerradas pero aún había cicatrices. Agarré la crema y le empecé hacer un masaje.

—Este año ha sido el más fuerte... Y ahora se viene otro evento —dijo bajando la cabeza.

"Realmente aún falta. Es el desarrollo de la novela que ha cambiado pero te sigue afectando".

—¿Y cuál es ese otro evento? —pregunté apretando sus hombros.

—Se viene una fiesta con invitados internacionales. Hablo que va a venir una comisión de Oriente, por primera vez desde hace tiempo...

—Entonces va a ser muy agradable. Tener invitados de esa categoría resaltará más a Serhap.

"Y seguro viene ella. Necesito tenerla a mi lado, a diferencia de Magda...".

—Realmente hay que empezar a preparar el Palacio Angelical desde mañana...

—¿Te puedo ayudar? —le susurré al oído—. He organizado varios eventos con mi tía.

—Ummm, va ser fuerte... Pero debe de haber una anfitriona representando a Serhap y esa debes ser tú.

Sonreí y lo abracé por detrás. Con delicadeza besé la zona donde su cuello y hombro se juntan.

—Yo feliz de ser la anfitriona —dije sonriente—. Y me más si estaré a tu lado.

—¿Ah, si?

Rápidamente me colocó encima de él y me abrazó con fuerza, hundiendo su rostro en mis pechos.

—Deseo verte en ropa Oriental —dijo mientras dejaba besos.

—La ropa Oriental es más reveladora —apreté sus hombros porque me estaba dando muchas cosquillas.

—Pero te quedaría hermosa —empezo a besar mi clavícula—, muy hermosa.

—Hay prendas transparentes —me recordé de un fragmento en la novela.

—Mejor, las usarías en la noche y solo para mí.

Me miró con deseo y besó con fuerza mi cuello.

—Si uso eso, tú también debes de usarlo —dije cerrando los ojos.

—Con gusto... mi joya.

Sair me dejó muchos besos en mi piel, los cuales me provocaban calor. Besé su frente y enredé mi mano en su cabello y suspiré.

Sair estaba siendo cariñoso, y me encantaba sentir sus labios.

***
Día siguiente. Templo.

El carruaje del Ducado Striert se detuvo en toda la entrada. De él se bajó Lin y su zorrito Desert. Ambos entraron con familiaridad.

Su presencia era habitual.

—¿La profeta Amaria? —preguntó.

—Aquí —su voz se torno suave. Amaria bajó casi que corriendo y tomó a Lin del brazo.

Estaba sonriendo y tenía las mejillas rojas. Agarró a Desert y se los llevó a los dos a la biblioteca.

—¿Tienes una buena noticia?

Le pregunto Lin al verla como ella besaba a Desert.

Amaria lo bajó y abrazó con fuerza a Lin.

—¡Me dieron el permiso! ¡Mañana debo de viajar y usted me puede acompañar!

Me Convertí En La Niñera Del Príncipe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora