Capitulo 41: Comentarios.

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Llevé una mano a mi pecho y dejé caer mi cabeza en el hombro de Sair y busque su mirada.

—Tener un hijo debe de ser maravilloso y más que llevé mi sangre con la del hombre que amo.

Sair entre abrió sus labios y yo dirigí mi mirada al señor Priven, quien nos miro con calidez.

—Sé que serás buena madre —la puerta se abrió y apareció su sobrina—. Vamos a tomar un poco de té y galletas.

—Con gusto.

El señor Priven paso por delante de nosotros. Lo seguimos a un pasillo, más Sair estaba pensativo.

"¿Será por qué lo que dije?".

Lo miré de reojo y su expresión era de pensamiento absoluto. La sobrina del señor Priven abrió las puertas y nos sonrió.

Se notaba la felicidad de su embarazo. Entramos y nos sentamos en una mesa que parecía de juguete.

Sair me ayudó a sentarme y se sentó a mi lado. El señor Priven se sentó a nuestro frente y tocó una campana. Dando la bienvenida a dos jóvenes que sirvieron la mesa con varios postres navideños.

"Sigo pensando que eres Santa Claus, tienes ese aire".

Tomé un budín navideño y lo disfruté con la sensación de haberlo extrañado. Sair prefirió las galletas de jengibre.

—¿Y cómo le fue en los Imperios Occidentales?

—¡De maravilla! La cultura es muy artística, las personas bailan mucho el vals y también son amantes de la cacería, deporte que no me gusta —me limpié con una servilleta—, pero si me agradó. Más mi hogar me llamaba.

—Entiendo. ¿Usted duró ocho años sin venir, sintió nostalgia?

—Mucha, pero estoy feliz de regresar.

—Mi Lady, había escuchado que se fué a disfrutar porque después se iba a casar. Más —le dirigió una mirada a Sair—, creo que las campanas están sonando muy pronto.

—Ay señor Priven —dije agitando mi mano—, todavía falta mucho.

—Jeje, ¿Y mi niña Lucrecia?

—Ella está muy bien, muy crecida y hermosa.

—Aww, quisiera verla...

—¿Por qué no viene al Palacio Angelical? —intervino Sair—. Incluso venga a conocer al Príncipe.

—¿En serio? —el señor Priven se quitó sus lentes—. ¿Podría tener ese honor?

—Se ganó ese honor hace ocho años.

El señor Priven y yo nos miramos. Él buscando una explicación y yo intentado dársela con la mirada.

—No se preocupe, sé todo, más lo admiro por su gran trabajo.

El señor Priven se quedó un instante pensativo y bajo un poco la cabeza.

—Gracias Su Majestad... —el señor Priven le sonrió y me volvió a mirar—. ¿Lord Eustace, qué es de él?

—Digamos que ahora es Su Gracia Eustace y está casado. También tiene su bebé.

—¡Oh, que maravilloso! ¿Cómo es el niño?

—¡Es hermoso, es igual a él, solo sus ojos son azul como los de su mamá!

—¡Necesito verlo! ¿Cuándo vendrá?

—Eso no lo sé —dije con nostalgia—. Más su corazón y las ganas de mostrarlo al hombre que considera como su segundo papá son intensas.

Ambos nos quedamos en silencio y tomé la galleta y las mordí.

Me Convertí En La Niñera Del Príncipe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora