Capitulo 37: Las Sombras.

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Sair y yo seguimos hasta un pasillo que iba a dos direcciones. Me separé de él y le agradecí bajando un poco la cabeza.

—Gracias, y bueno nos vemos pronto.

—Lady Nivea.

—¿Si?

—¿Usted le gustaría salir a una de las haciendas de la Familia Imperial?

Abrí los ojos, no esperé esa propuesta, pero me agrado.

—Si me encantaría.

Nos miramos profundamente y me di la vuelta sonriendo como una boba. Giré la cabeza y Sair también la giro, ví el bello reflejo de sus ojos.

Giré de nuevo y caminé al frente, seguí derecho hasta bajar unas escaleras, escaleras donde me guiaban a la puerta de los empleados.

Toque y me abrió una de las nuevas empleadas.

—¡Su excelencia! ¿Qué necesita?

Sonreí y le tomé la mano y la metí en la habitación. Cerré con seguro y revise primero que no hubiera más personas.

—Necesito un gran favor.

—Todo lo que diga es una orden, maestra.

Sonreí porque está chica no era una sirvienta, fue entrenada para ser espía. Le entregué la hoja y ella la leyó rápido.

—Espía a esa chica, no le quites el ojo de encima, incluso si sale del Palacio Angelical, la vas a seguir.

—Le daré lo que pide.

Sonreí y le di la mano, para luego salir de ahí. Caminé de regreso y fui a mi habitación, cuando abrí la puerta me llevé de sorpresa a varias sirvientas.

—Su excelencia, es hora del baño.

"Se me había olvidado".

Antes de decir aunque sea pío, me desnudaron y me llevaron al baño, preparado con flores de jazmín. Me metieron y fui atendida de calidad.

Tenía tiempo que otra persona se encargará de mi cuerpo. Mi cabello fue cepillado y recibió masajes.

Me sacaron de la bañera y me vistieron con trajes que necesitaba ayuda, luego me hicieron un delicado peinado y me mostraron al espejo.

Había pasado tiempo que me veía con atención en el espejo. Noté que tenía unas ligeras ojeras, pero eso se quitaba.

—Su Excelencia, la esperan en el comedor con Su Majestad.

"¡¿Ah qué?!".

—¿Cómo así? —dije girando el cuello que me dolió.

—Su Majestad nos dio esa orden, como también preparar a Su Alteza.

Y sin más que decir me sacaron de la habitación. Afuera estaban Iron, bien vestido y Lucrecia quien al verme hizo una reverencia.

—Su Excelencia, Su Majestad los espera —dijo y se colocó a mi lado.

"¿Qué demonios olieron?".

Iron me tomo de la mano y yo le di una pequeña sonrisa, apreté su mano y caminamos juntos y bueno todo el séquito al comedor.

Nos paramos a la puerta y los guardias la abrieron, ahí había muchos sirvientes ordenados en fila, con la cabeza baja. Lucrecia se mantuvo firme y camino unos pasos adelante y acomodó las sillas.

—Adelante —dijo haciendo una reverencia.

Iron dimos unos pasos y nos encontramos a Sair. Dios se veía hermoso con aquella camisa negra. Nos vió y sonrió.

Me Convertí En La Niñera Del Príncipe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora