Venganza

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-A ellos... ellos...

-¿Quienes son ellos, Isabel? ¿Quienes?- preguntó algo nervioso por la situación.

Luis solo miraba de reojo, mientras Don Mariano seguía intentando gritar, colocaba sus manos sobre la mesa para empezar a andar rápidamente hacia la salida. Isabel gritó y llorando se abrazó más fuerte a Felipe, este la cubrió con su cuerpo, pero antes de que Don Mariano pudiese hacer algo, Luis lo interceptó con su cuerpo.

-¿A dónde crees que vas?- pregunto con una sonrisa

Don Mariano intentaba hablar pero su desencajada mandíbula no lo permitía.

Felipe seguía abrazando a Isabel que temblaba en su pecho.

-Ya pasó... ya pasó....- susurraba intentando tranquilizarla.

Isabel se removió en sus brazos y escapó del agarre empezando a correr saliendo al pasillo.

-¡Isabel!- gritó Felipe corriendo tras ella.

Luis se quedó junto a Don Mariano con una sonrisa en el rostro.

-Parece ser que nos hemos quedado solos...

Isabel corría por la sala metiéndose en el pasillo de donde venían aquellos sonidos. Al fondo del pasillo había un mueble de madera e Isabel empezó a tirar de el intentado moverlo desesperadamente.

-Isabel... Isabel... ¿Qué haces? tenemos que irnos

Felipe llegó junto a ella, pero Isabel seguía tirando desesperadamente del mueble.

-Ayúdalos...- decía entre gimoteos. Isabel lloraba intentando quitar el mueble- Ayúdalos...

Felipe miró el mueble y las palabras de Luis volvieron a resonar en su mente.

-Un mueble o tapiz...

Felipe se acercó al mueble y empezó a empujar junto a Isabel, pero era bastante pesado para los dos. Ambos empujaban el mueble, los gimoteos se escuchaban fuerte en aquel pasillo. Hasta que una voz masculina resonó fuertemente.

-Por el amor de Dios... ¿A qué viene tanto jaleo?

Felipe dejó de empujar y miró hacia atrás, del pasillo se abrió una puerta y un hombre desnudo salió con cara enojada buscando el sonido que lo distraía. El hombre giró el rostro y vio a Felipe e Isabel moviendo el mueble, su rostro mostró asombro y metió su mano tras la puerta. De un rápido movimiento la volvió a sacar y se abalanzó contra Felipe con espada en mano. Felipe esquivó el ataque y agarrando a Isabel por los hombros la tumbó al suelo.

-¡Quédate ahí!- ordenó firmemente.

El hombre henchido de furia dio una estocada.

-¡Intrusos! ¡Intrusos!- gritaba a todo pulmón.

Felipe empezó a tirarle cualquier cosa que estuviese en el mueble para que el hombre cerrara la boca. El hombre se cubría sin perder de vista a Felipe. De un rápido movimiento intentaba acertar una estocada o corte, pero Felipe lo esquivaba, aunque eso no evitaba que la túnica se estuviese haciendo jirones en su cuerpo. Por suerte, tenía su armadura debajo por lo que los cortes no llegaban a herirlo.

El hombre volvió a abrir la boca para gritar, pero el sonido del aire siendo roto hizo que el grito muriese en su garganta. De la nuca del hombre apareció un gran estallido de sangre, cayó al suelo como un saco de serrín, su boca estaba abierta y sus ojos casi se le salían de las cuencas.

Felipe miró hacia el otro lado del pasillo y vio a Luis sosteniendo a Don Mariano de la túnica con su látigo en la mano.

-¿Qué demonios haces? Nos van a atrapar- dijo Luis furioso.

Secretos del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora