El secreto en la colina

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Ambos hombres caminaban en silencio por la estrecha calle, ni un alma se podía ver u oír en todo el pueblo. Las personas dormían en sus casas ignorando a los dos hombres que caminaban por la calle de arena y barro. Caminando a paso ligero y sin hacer ningún tipo de ruido, deslizándose como si fuesen dos fantasmas.

Con ayuda de la luna que brillaba en lo alto, ambos españoles caminaban en búsqueda de la Iglesia. Las casas de adobe poco a poco se abrían dejando paso al edificio eclesiástico que recorta la noche dando una imagen fantasmal.

-Pues ya hemos llegado...- susurro Luis parándose frente al edificio- ¿Y ahora qué?

-Buscar una manera de entrar... o en su defecto, el lugar donde viven los indígenas que ellos cuidan.- susurra mirando la puerta.

-Las casas de los frailes están en aquella calle- dijo señalando por la derecha- A lo mejor y los tiene viviendo allí con ellos.

-¿Tú no sabes dónde podrían estar?- preguntó curioso mirando a Luis.

-No llevo mucho aquí para saberlo, solo sé que están en una finca perteneciente a los frailes.

-Eso podría ser cualquier lado...- susurró pensativo.-Incluso lejos de aquí.

-¿Por qué no buscas a tu amigo y le preguntas? Él lo sabrá.

-No, si él se entera de que estoy haciendo esto se molestaría conmigo porque pensaría que no confío en él... también está la posibilidad de que intente arrancarme la cabeza por despertarlo a estas horas.

-Entonces... tenemos un buen problema.

Ambos hombres permanecieron en silencio sin saber muy bien qué hacer en este punto de la aventura. No lo habían pensado bien.

-Quizás...- dijo Luis dubitativo- Podríamos dar una vuelta alrededor de la Iglesia. Podríamos encontrar un hueco por donde colarnos o encontrar el sitio donde ha metido a esa gente.

Felipe le miró de reojo y asintió levemente.

-No es mal plan, iremos por donde viven los frailes, puede que por suerte veamos algo.

Felipe empezó a andar por donde Luis le había indicado

-¿Qué quieres ver?- preguntó curioso siguiendo al pelirrojo.

-Solo quiero comprobar que no hay ese tipo de "siervo de Dios"

Luis no puede evitar reír levemente.

-¿Crees que hay alguno cometiendo pecados en un cuerpo inocente?- preguntó de manera jocosa- Creía que confiabas en ellos.

-Confío en ellos, ya te lo he dicho un mal siervo no representa la virtud del resto, pero... no puedo negar que la honra de este sitio es casi inexistente. Parece que la larga travesía ha cansado a la gente que ha dejado de oír la voz del Señor.

-El hijo de una puta que no tiene padre y nació en un reino musulmán hablando como el más devoto de los siervos de Dios...Que tierno.- dijo con cierta burla.- A lo mejor tu padre era el cura del pueblo.

Felipe guardó silencio por unos segundos.

-No lo era, el cura del pueblo ya estaba allí cuando mi madre y yo llegamos, ese pueblo estaba en Sevilla y yo nací en Granada, así que es imposible.

-Entonces esta devoción viene de...

-De buscar a alguien que esté de tu lado pase lo que pase.- dijo Felipe mirando por alrededor buscando una luz o hueco- Pensar que hay alguien en este mundo que te ama solo por existir, que te ve como a un hijo... para un niño que no lo querían en ningún lado la imagen de un ser poderoso que si lo quería sentado al lado suya era muy atractiva.

Secretos del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora